Finlandia le muestra a Brasil el camino de la «igualdad» dentro de las aulas

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SAO PAULO.- Finlandia no tiene escuelas privadas, sus profesores cuentan con un elevado estatus social y todos los alumnos reciben la misma educación, independientemente de la renta de sus progenitores. El éxito del modelo finlandés llega ahora a Brasil, donde la desigualdad impera fuera y dentro de las aulas.

Los finlandeses emprendieron una reforma educativa en los años setenta que se ha cristalizado en los informes PISA, donde el país nórdico ha acaparado los primeros puestos del podio europeo con una receta «propia» que ha ido perfeccionando a lo largo de los años.

Considerados un referente a nivel mundial, un grupo de docentes de la Universidad de Finlandia llegó a Brasil para capacitar a 40 profesores de Ánima, uno de los mayores grupos de educación superior privada en Brasil, en el uso de prácticas innovadoras.

«No esperamos ser los expertos en la educación brasileña, la única cosa que podemos ofrecer es lo que hemos aprendido de nuestro pasado», aseguró en una entrevista a Efe Mirka Gustafsson, consultora académica y gerente de cuentas de la Universidad de Finlandia, consorcio formado por tres de las principales universidades del país.

Una de las claves de la educación finlandesa es el concepto de la igualdad, que comienza con una educación gratuita en todos los niveles y el establecimiento de las mismas directrices para todos los docentes del país.

«Todos los profesores trabajan para las escuelas públicas. Todos los profesores reciben la misma formación y eso crea igualdad entre los estudiantes», precisa Gustafsson.

El salario de los docentes finlandeses, explica, no es de los más elevados del país, pero la aplicación de impuestos progresivos permite que la diferencia frente al sueldo de otros profesionales no sea significativa.

Los profesores cuentan además con un elevado prestigio social y asumen la profesión sabiendo que tienen una «misión» valorada tanto por las instituciones como por los padres de los alumnos.

«En la sociedad finlandesa los profesores han sido históricamente muy valorados. No ganan tanto como los abogados o los doctores, pero tienen una gran reputación y una misión. Ellos saben desde pequeños que quieren ser profesores. La sociedad los valora. Saben que están haciendo algo valioso», sostiene.

En Brasil, el país más grande de Suramérica, la desigualdad está presente dentro y fuera de los colegios. Mientras algunas escuelas públicas se caen literalmente a pedazos, otras, privadas, ofrecen una educación de elite con mensualidades que superan los 2.500 dólares.

Mientras Sao Paulo se prepara para recibir la exclusiva escuela Avenues, con sede en Nueva York, la violencia toca a las puertas de los colegios públicos de Río de Janeiro, donde una adolescente murió este año tras ser alcanzada por una bala perdida mientras practicaba gimnasia en el patio de su colegio.

«La realidad es triste. No tengo una respuesta sobre qué se debería hacer. El problema es muy grande», sostiene Marita Mäkinen, profesora y vicerrectora de la Facultad de Educación de la Universidad de Tampere, una de las tres que integran la Universidad de Finlandia.

Para las docentes, la receta de Finlandia -país con 5 millones de habitantes, la mitad que la ciudad de Sao Paulo- no se puede aplicar a Brasil, ya que, según explican, «la educación está vinculada a las raíces y la cultura de cada país».

«Finlandia puede ser un ejemplo positivo, no era un sistema igualitario cuando lo creamos. Desde que hicimos eso todo hemos tenido la suerte de que todos los partidos políticos han estado de nuestro lado y han entendido que la educación es algo que pueden tocar. En un país pequeño nuestros principales recursos son humanos», resalta Gustafsson.

Brasil, concluye, debe entender que los «pequeños pasos generan grandes cambios» en la sociedad.

EFE/Foto internet-medios

 

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