El exgobernante peruano Alberto Fujimori pasó su primera noche instalado en una lujosa mansión, tras ocupar durante 11 años una exclusiva y privilegiada prisión en un cuartel policial del este de la ciudad.
La residencia, ubicada en un agrupamiento amurallado, en el lado más exclusivo del municipio limeño de La Molina, tiene piscina, cinco habitaciones, cada una con baño, un amplio jardín y otras comodidades.
El arriendo, según el anuncio que la ofrecía en alquiler en Internet, ilustrado con impresionantes fotos de la propiedad de casi dos mil metros cuadrados, era ofrecido en diciembre pasado por cinco mil dólares mensuales.
Mientras estuvo preso en una cárcel exclusiva construida para él en un cuartel policial, su encierro, duro como toda privación de la libertad, fue excepcionalmente cómodo.
El exgobernante, condenado a 25 años de cárcel por crímenes de lesa humanidad y corrupción, tenía, además de un amplio dormitorio con cama ortopédica, un gran televisor, una cocina totalmente equipada y una sala de visitas.
Además, otra habitación en la que disfrutaba su afición a la pintura, muebles diversos, un amplio patio para caminatas y hasta un jardín en el que cultivaba flores.
También contaba con teléfono y un paramédico estaba a su disposición para cualquier eventualidad y, cuando esta así lo requería, una ambulancia del Instituto Nacional Penitenciario lo transportaba a una clínica para mayor atención.
Su médico personal tenía acceso irrestricto al preso, que recibía visitas sin limitaciones, a veces hasta en la madrugada, y cuando se casó Sachi, una de sus hijas, la boda religiosa se realizó en la capilla del cuartel, con familiares e invitados que compartieron una recepción con el padre de la novia.
Las condiciones que disfrutaba Fujimori demuestran para los críticos del indulto, que resulta difícil que su salud estuviera afectada al extremo de estar en riesgo de muerte por el encierro, como sostuvo un informe médico que respaldó el polémico indulto dictado el 24 de diciembre por el presidente Pedro Pablo Kuczynski.
En una pequeña celda del mismo cuartel, de la Dirección de Operaciones Especiales de la policía, se encuentra desde julio pasado el expresidente Ollanta Humala, en prisión preventiva por una investigación por presunto lavado de activos, con visitas restringidas.
Humala rechazó en 2014 un pedido de indulto para Fujimori luego que una junta médica dictaminó que su vida no corría peligro. La negativa invocó además la gravedad de los crímenes cometidos y la negativa del preso a reconocer sus culpas y arrepentirse. (Prensa Latina)
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