Los restos de un perro enterrado hace mil años en un complejo arqueológico ancashino fueron descubiertos por un grupo de investigadores que trabajan con sus propios medios y a los que les sorprendió el buen estado de conservación del ejemplar, que todavía mantenía un poco de pelo y las almohadillas de sus patas.
El hallazgo se realizó en el complejo arqueológico de Sechín, donde se encuentran algunos de los edificios más arcaicos del Antiguo Perú, construidos hace aproximadamente 4,000 años en la costa de la región de Áncash, a unos 370 kilómetros al norte de Lima.
Algunas de las construcciones de la zona revelan una antigüedad de hasta 5.500 años y superarían a Caral, considerada la civilización más antigua de América, que se desarrolló en otro árido valle al sur de Sechín, según afirmó este lunes a Efe la arqueóloga Mónica Suárez, directora del Proyecto Arqueológico Sechín.
El animal fue enterrado por la cultura Casma, que habitó el mismo lugar miles de años después que la cultura Sechín, la originaria de esta zona. Sus huesos estaban acompañados de objetos ornamentales como un mate.
«Luego de su ocupación por la cultura Sechín, el sitio fue sepultado por un aluvión, una capa muy grande de piedra y barro», relató Suárez en referencia a una posible inundación en la zona, ubicada entre los ríos Sechín y Casma.
«Sobre esa capa se encuentran las ocupaciones posteriores de gente que construyó sus casas encima. Ellos ya no utilizaron el sitio como un lugar ceremonial, sino más a modo de vivienda. Es ahí donde hemos encontrados los restos de este cánido», agregó.
El espécimen fue sepultado recostado sobre su lado derecho y conserva gran parte de su pelaje de color negro y amarillento en el rostro, la columna y las patas.
Los entierros ceremoniales de animales eran habituales en el Antiguo Perú. Del 2012 al 2016 se encontraron hasta 138 perros en una huaca de Lima y recientemente se encontraron multitud de llamas junto al descubrimiento de una serie de sacrificios masivos de niños en las cercanías de Trujillo, ejecutados por los chimú.
El perro de Sechín se trata de segundo hallazgo de importancia realizado por este equipo de arqueólogos en apenas mes y medio de trabajos, tras haber hallado anteriormente una escalera de unos 4,000 años de antigüedad en el principal edificio de Cerro Sechín.
«Ahora estamos a mitad de la primera temporada de excavaciones y estamos teniendo resultados muy interesantes. Están apareciendo más cosas. Recién estamos empezando a desvelar un poco lo que es la arquitectura Sechín. Vamos a tener hallazgos muy interesantes porque ya estamos llegando a esa arquitectura», auguró Suárez.
Entre los lugares de trabajo está una galería de piedra que es aproximadamente mil años más antigua que los túneles de Chavín de Huántar, el primer gran centro de religioso y de peregrinación en la historia de Suramérica, compuesto por un laberinto de galerías subterráneas.
Al permanecer enterrados durante milenios, estos edificios casi no han sido investigados, a excepción de unas excavaciones primigenias que se realizaron hace más de 35 años.
La arqueóloga reiteró la importancia que Sechín tiene para el municipio de Casma a pesar de que no se haya difundido apenas en las últimas décadas.
«Estoy segura que se van a dar a conocer más cosas interesantes fruto de estas investigaciones. Es un aporte no solo para nuestra cultura peruana sino para el mundo entero, porque estos sitios nos pertenecen a todos, es patrimonio de todos», apuntó.
Los hallazgos cobran todavía más mérito si se tiene en cuenta que los trabajos en Sechín se realizan con fondos propios de los investigadores, sin la financiación de ninguna institución pública o privada.
Los arqueólogos, que todavía tienen para mes y medio de trabajos este año antes de reanudarlos el siguiente, habían recibido la promesa de la Municipalidad de Casma invertiría más de un millón de soles (unos 300,000 dólares) en el proyecto, pero hasta ahora esa ayuda no se hace efectiva.
«Esperemos que nos apoyen, pero nosotros igual seguimos tocando puertas y buscando financiación. Hay diez obreros de la zona que ya han trabajado antes en excavaciones arqueológicas, y un equipo de profesionales que estamos en campo, la mayoría voluntarios, estudiantes que nos están apoyando ad honorem», concluyó Suárez.
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