La huelga de hambre es un recurso adoptado por algunos individuos para presionar a las autoridades de tal manera que estas cumplan con dar ciertas medidas que ellos consideran necesarias y justas.
Aquí, en el Perú, muchas huelgas de hambre fueron tan solo una parodia o un engaño, lo que no ocurrió en Irlanda del Norte, en 1981, cuando diez militantes republicanos murieron sucesivamente por adoptar esa medida extrema.
Los fallecidos reclamaban al gobierno británico la aprobación de un estatuto carcelario que los diferenciara, en su trato, de los otros reclusos comunes.
Pese a ello, el gobierno no dio marcha atrás, aunque la muerte de los reclusos republicanos fue un hecho que conmovió a millones de personas en el mundo, que vieron cómo, diariamente, los irlandeses se iban consumiendo al negarse a ingerir alimentos para su supervivencia, hasta morir.
La adopción de esta medida toma cuerpo ahora en el Perú al conocerse la decisión de Mark Vito Villanella que, desde ayer miércoles inició una huelga de hambre reclamando la libertad de su esposa, Keiko Fujimori, mediante la correcta aplicación de la norma sobre detenciones preventivas.
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La lideresa de Fuerza Popular se encuentra recluida, preventivamente, en el anexo del penal Santa Mónica (Chorrillos), desde hace poco más de un año, sindicada de ser la cabecilla de una organización criminal (su partido) que recibió aportes ilegales de dinero “sucio” para financiar su campaña electoral.
Nadie sabe hasta cuándo durará el ayuno al que se ha sometido voluntariamente Mark Vito Villanella, aunque diversas personas consultadas por este medio no creen que sea “hasta las últimas consecuencias”.
Alfredo Alava Merino