Hélmer Herrera Buitrago, conocido como «Pacho Herrera«, fue un narcotraficante colombiano nacido el 24 de agosto de 1951 en Palmira, Valle del Cauca. Se convirtió en uno de los principales cabecillas del Cartel de Cali, junto a los hermanos Gilberto y Miguel Rodríguez Orejuela.
Su especialidad era la logística del tráfico de cocaína, supervisando las rutas internacionales y los canales financieros que permitieron al cartel enviar toneladas de droga a Estados Unidos y Europa durante la década de los 80 y principios de los 90.
A diferencia de los jefes del Cartel de Medellín, como Pablo Escobar, Herrera evitaba la violencia extrema y los atentados terroristas. El Cartel de Cali operaba de manera más discreta, priorizando la corrupción y las conexiones políticas para proteger su imperio. Sin embargo, Herrera no era ajeno al uso de la violencia cuando era necesario.
Hélmer Herrera era homosexual, y pese a los prejuicios de su natal Cali, su tenacidad y la manera en que llevaba su vida con completa normalidad lo llevó a ganarse el respeto de sus socios en el Cartel de Cali
En 1996, en medio de la presión internacional y las acciones del gobierno colombiano, Herrera se entregó voluntariamente a las autoridades, lo que fue visto como una estrategia para evitar la extradición a Estados Unidos y buscar acuerdos favorables. Fue encarcelado en la cárcel de Palmira, donde continuó manejando parte de sus operaciones desde prisión.
Su vida terminó trágicamente el 5 de noviembre de 1998. Ese día Hélmer Herrera fue asesinado por un hombre que se hacía pasar como abogado e ingresó al centro penitenciario de Palmira en aparente estado de embriaguez durante un partido de fútbol en uno de los patios.
El asesino fue identificado como Rafael Ángel Uribe Serna (tío de los hermanos Calle Serna, líderes de la organización Los Comba, que posteriormente integrarían a Los Rastrojos), de 32 años, quien fue asesinado el 8 de octubre de 2009 en Cali. “Parecía ser un conocido de Herrera porque él lo saludó primero”, aseguró un funcionario penal. Según investigaciones posteriores, ya había ingresado tiempo atrás varias veces y había sostenido largos diálogos con Hélmer Herrera.
El legado de Hélmer Herrera refleja la compleja red de poder, corrupción y violencia que definió la época dorada del narcotráfico colombiano, dejando una huella indeleble en la historia criminal del país.
¡El crimen no paga!