Homenajean a paraguaya fundadora de las Madres de Plaza de Mayo

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ASUNCIÓN (Paraguay).- La paraguaya Esther Ballestrino, de cuyo asesinato a manos de la dictadura argentina se cumplen hoy 40 años y fue una de las fundadoras de las Madres de Plaza de Mayo, es motivo de homenaje estos días en Asunción en reconocimiento de su activismo por la democracia en su país y en la vecina Argentina.

Ballestrino fue secuestrada el 8 de diciembre de 1977 junto a otras personas en la iglesia de la Santa Cruz, en el centro de Buenos Aires, y después arrojada al Río de la Plata en los denominados «vuelos de la muerte».

El operativo se atribuye a un comando de la Armada encabezado por el excapitán Alfredo Astiz, que a finales de noviembre fue condenado a cadena perpetua en el mayor juicio por delitos de la última dictadura realizado en Argentina.

En ese sentido, Antonio Pecci, coordinador de la Mesa de la Memoria Histórica de Paraguay, dijo hoy a Efe que esa sentencia «es un gesto reparador» para Ballestrino y para todos los que se implicaron en la lucha por la democracia en el contexto de las dictaduras en la región.

Pecci recordó que ese compromiso de Ballestrino comenzó hacía 1947, cuando se vio obligada a exiliarse a Argentina, y se intensificó desde ese país con la llegada al poder en Paraguay del dictador Alfredo Stroessner (1954-1989).

En 1977 fue secuestrada en Argentina su hija Ana María Careaga, quien finalmente fue encontrada en una celda clandestina gracias a las gestiones de su madre, que logró que le permitieran exiliarse en Europa.

Ballestrino, sin embargo, optó por quedarse en Argentina, siendo una de las fundadoras de la organización Madres de Plaza de Mayo.

Luego fue asesinada y sus restos, que aparecieron en una playa y durante un tiempo estuvieron en una tumba sin nombre, descansan en la iglesia de la Santa Cruz, donde había sido secuestrada.

En su memoria se han organizado diferentes actos en Asunción con la presencia de Ana María Careaga y un homenaje por parte de la Defensoría del Pueblo en forma de un pergamino de reconocimiento a la lucha de su madre.

En el 2015, durante su visita a Paraguay, el Papa Francisco recibió a Ana María y su hermana Mabel Careaga, y rememoró cuando coincidió con Ballestrino en los laboratorios Hickethier Bachman, de Buenos Aires, donde ambos trabajaron.

 

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