MADRID.- Iberoamérica es la región del mundo que más presidentas ha tenido a lo largo de su historia (nueve), en la actualidad es la segunda con más ministras (22.9%) y la mayoría de los países registran un acceso paritario a la educación, pero se enfrenta al reto de superar su brecha social y laboral.
Así, la región aún tiene mucho que caminar para alcanzar la igualdad de género y la conciliación y se hace difícil hablar de equiparación de sexos cuando las mujeres todavía tienen que elegir entre su familia y el trabajo o desarrollar un cargo público.
La secretaria general iberoamericana, Rebeca Grynspan, reconoce los obstáculos que existen para las mujeres iberoamericanas pero a la vez recuerda que los países continúan trabajando para eliminarlos.
«No hay duda de que ha habido un gran avance en determinadas áreas como la incorporación de las mujeres al mercado laboral asalariado o en la participación política gracias a leyes de cuotas, pero también hay otros ámbitos en los que seguimos rezagados», declara a Efe Grynspan.
En ese sentido, señala que esos avances no se han dado en la discriminación salarial, donde aún hay «una brecha enorme» y en el que también persiste una «deuda con todas las mujeres» que no pueden conciliar familia y trabajo.
Asimismo, la secretaria recuerda que la región tiene «una herida lacerante» por la violencia de género que, según explica, ha provocado que «en muchos códigos penales se haya tenido que incluir la figura del feminicidio».
Desde la Secretaría General Iberoamericana (Segib) subrayan que todos los países que la forman -los diecinueve latinoamericanos, España, Portugal y Andorra- han firmado convenios internacionales de defensa de los derechos de las mujeres y muchos de ellos cuentan con políticas específicas, aunque alertan de la «persistencia» de los retos.
«La persistencia de altos niveles de desigualdad y exclusión social en la región, que afecta de forma desproporcionada a las mujeres, nos demuestran que aún queda un largo camino por recorrer», dice a Efe Claudia Briones, encargada de género en Segib.
Además, apunta que los datos de reducción de la pobreza y el aumento del PIB en países de la región, sobre todo en América Latina, «no ha beneficiado de forma equitativa a hombres y mujeres».
«Existe una tendencia de feminización de la pobreza», valora Briones, quien se refiere a un informe del Foro Económico Mundial para recordar que las mujeres ganan en la actualidad «la misma cantidad que los hombres en 2006» y esta brecha «no se cerrará antes de 118 años».
Otro de los obstáculos principales es la carga de trabajo de cuidados y tareas domésticas no remuneradas, donde el tiempo que emplean las mujeres es entre el doble y cinco veces más que los hombres.
Según Briones, su medición y valoración es «crucial» para poder diseñar políticas públicas y lograr un «mejor y más igualitario» reparto de estas tareas para lo que algunos de los países de la región «ya han realizado importantes esfuerzos» a través de encuestas de uso del tiempo.
«Nuestras sociedades tienen que otorgar a la familia, al cuidado y a la crianza su debido reconocimiento. No podemos hablar de igualdad real en la medida en que las mujeres tengan que seguir eligiendo entre tener una familia, un trabajo u ocupar un cargo político», apostilla.
EFE/Macarena Soto