BUENOS AIRES (Argentina).- Biólogos, matemáticos, físicos, químicos, astrónomos y biotecnólogos argentinos apuestan por el humor para divulgar y popularizar la ciencia a través de Poper, el primer grupo latinoamericano de monólogos científicos.
Lucas Fernández Piana (foto) es matemático, profesor en la Universidad de San Andrés y, además, comunica ciencia.
En el 2015 se anotó a un curso de «Stand Up» científico impulsado por el antiguo Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (hoy reconvertido en secretaría) que pretendía brindar nuevas herramientas pedagógicas para difundir este tipo de contenidos.
Fruto de ese encuentro nació Poper. Su nombre es un juego de letras con el que invitan a la «popularización entre risas» de la ciencia, al tiempo que homenajean al filósofo austríaco Karl Popper.
Fueron los primeros en hacer comedia científica en vivo de Latinoamérica y sus 14 integrantes utilizan el monólogo como recurso para transmitir a la sociedad interés por sus disciplinas mediante un «idioma común»: el humor.
«Es importante que en el humor la gente se identifique. El «ah sí, es verdad», eso es lo que uno busca para tratar de meter con anestesia el concepto», explicó Fernández Piana a Efe.
«Si te hablo de un algoritmo automático de clasificación probablemente no tenga mucho sentido, pero si menciono Netflix y te digo que es lo que utiliza para recomendarte una película, todo cambia», agregó este profesor que confiesa lograr una mayor empatía con sus alumnos desde que ven sus cómicas explicaciones en Youtube.
Para Nadia Chiaramoni (foto), biotecnóloga, investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, docente y comediante de Poper, la única diferencia de sus monólogos con cualquier otro espectáculo humorístico radica en que la premisa de la que parten sea 100% verdadera.
«Cuando uno hace ‘stand up’ común lo primero es el humor y no importa tanto la verdad con tal de que sea verosímil. Acá es al revés, lo prioritario es que lo que contamos sea verdad y después tratamos de romper la lógica para generar el golpe de humor», explicó a Efe.
Chiaramoni saca partido a la improvisación para establecer una conexión con el público y rescata la incomodidad de los errores para transformarlos en chistes, aunque también sabe valorar los silencios.
«Acá no siempre ves risas todo el tiempo porque tienes que explicar varias cosas y muchas veces se generan silencios, pero vos te das cuenta, si te están mirando ese silencio es que te están prestando atención», señaló.
La biotecnóloga busca además romper el canon de científico «hombre, mayor y con gafas», por lo que a través de sus intervenciones pone en valor el trabajo, tantas veces silenciado, de las grandes científicas de la historia, como reclamo para una mayor igualdad.
Asegura que «ese estereotipo está cambiando», pero todavía le sorprenden actitudes en el entorno laboral que pretenden relegar a las mujeres a meras secretarias o encargadas habituales de las tareas administrativas con la excusa de que son más cuidadosas.
Ambos estudiosos coinciden en que comunicar ciencia «es una cuestión de supervivencia», porque si no «vienen los recortes que vienen», en referencia a la reducción presupuestaria del Ejecutivo argentino en este área.
«Si la gente sabe lo que haces y que eso va a mejorar su vida en el futuro, entonces pasa de ser un gasto a ser una inversión», señaló Fernández Piana, cansado de escuchar a quienes aseguran que a Argentina «no le da para hacer ciencia».
«Hay un desfinanciamiento muy grande y un desprestigio precisamente porque las personas piensan que la ciencia no es importante», dijo por su parte Chiaramoni.
Los dos se formaron en un periodo de «crecimiento» de la ciencia en su país y lamentan el «retroceso» que está experimentando Argentina en este sentido.
Les queda la «apuesta exterior» por los investigadores argentinos, suspiran, y el papel fundamental que juegan las redes sociales, donde hay «muchos» científicos populares como Fabricio Ballarini, Valeria Edelsztein y Pedro Bekinschtein.
«Nunca pensé que a un científico alguien, alguna vez, le iba a pedir un autógrafo. Es como que antes éramos un poco los excluidos y los «nerds» y ahora como que estamos más de moda», aseveró Chiaramoni entre risas al rememorar su propia experiencia después de protagonizar una charla TEDx en 2017.
El grupo aspira a que Poper siga creciendo, llenando salas y contagie a otros colegas para que, de una vez por todas, deje de escucharse que el Gobierno tiene que apoyar a la ciencia y este, definitivamente, se apoye en ella «para tomar decisiones de otra manera».
EFE/Cristina Terceiro
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