JERUSALÉN (Israel).- Miles de israelíes salieron hoy a las calles con banderas y carteles pidiendo la renuncia del primer ministro, Benjamín Netanyahu, cuestionado por su gestión de la pandemia, el juicio por corrupción en su contra y sus incesantes ataques contra las instituciones.
Tal como sucede semana tras semana desde hace más de dos meses, al ponerse el sol y terminar el shabat (día de descanso en el judaísmo), miles de israelíes sacan sus carteles, sus megáfonos, sus pañuelos, banderas o instrumentos musicales y se trasladan hacia la calle Balfur, en el corazón de Jerusalén, donde se ubica la residencia del primer ministro.
El mensaje es claro: Netanyahu renuncia. Los motivos, sin embargo, son diversos.
Algunos se basan en lo que consideran un manejo irresponsable de la crisis económica por la pandemia, otros se centran en el juicio por corrupción en su contra y muchos directamente lo acusan de poner en riesgo la democracia israelí mediante su ofensiva contra la Justicia.
Medios locales estiman que más de 10,000 personas acudieron hoy a la protesta central en Jerusalén, mientras que otros varios miles los acompañaron desde distintos puentes e intersecciones en todo el país, donde flamearon las ya icónicas banderas negras.
Tras algunas semanas sin graves incidentes con la Policía, las protestas de hoy registraron varios episodios violentos, principalmente entre las fuerzas de seguridad y un grupo de manifestantes que desafió las órdenes policiales de no marchar por la ciudad, bloqueando calles. Al menos siete personas fueron arrestadas y un policía resultó herido.
Estas manifestaciones se dan en un contexto de creciente inestabilidad política en Israel, donde los dos principales partidos del Ejecutivo se encuentran enfrentados y amenazan con llevar al país a unas nuevas elecciones.
El Likud, liderado por Netanyahu, y Azul y Blanco, encabezado por el ministro de Defensa Benny Gantz, no han logrado aún llegar a un acuerdo para la aprobación del presupuesto del Estado, para lo cual tienen tiempo hasta este lunes. De no lograrlo o aprobar una ley que prolongue el plazo, los israelíes deberán acudir a los comicios por cuarta vez en un año y medio.
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