La trayectoria de Jon Lee Anderson (59) es la del periodista por antonomasia: ha cubierto conflictos, guerras y eventos históricos en todo el planeta, por cuyos relatos es reconocido dentro de los grandes exponentes mundiales del oficio. Ha perfilado a personajes como Saddam Hussein, el Rey Juan Carlos de España, Hugo Chávez, a Ernesto Che Guevara y es reportero de la afamada revista The New Yorker.
A pesar de la notoriedad de sus pergaminos, alguna vez dijo que su motivación esencial para ser periodista era la de “poder contar historias”, las que posiblemente encontró a temprana edad: su padre era agregado agrícola de Estados Unidos y Jon pasó su infancia en Taiwán, Liberia, Corea, Indonesia y Colombia. Allí aprendió el castellano que hoy domina con autoridad, así como la historia contemporánea y las grandes temáticas de América Latina.
Jon Lee recalará en Valparaíso durante el próximo Festival Puerto de Ideas donde el domingo 13 de noviembre a las 12:30 horas ofrecerá la conferencia: “Dioses asesinos: el lazo histórico entre violencia y religión”.
—Comprendiendo lo que planteas, vemos que la violencia es una expresión de poder y éste genera sumisión: quien tiene la capacidad de matar genera atracción de algunos y miedo de otros. ¿La violencia viene a ser ese sustrato que le otorga poder a las religiones?
Es que las religiones siempre ejercen la amenaza de muerte para el control de la población y, desde mi punto de vista, la religión nace desde el poder violento. Actualmente, la que más lo expresa es el Islam pero en épocas anteriores, con la santa inquisición y las cruzadas desde Europa a Medio Oriente, el cristianismo se enfrascó en guerras fratricidas y sanguinarias. Hoy en Tailandia, Birmania y Sri Lanka, existe una vertiente del budismo cuyos monjes son activamente xenófobos e invocan a la violencia en contra de otras etnias y sectas. Por eso he llegado al punto de preguntarme si es el derramamiento de sangre el origen de la religión. Es algo que tenemos enquistado en nuestra sicología y está presente en las constituciones de los Estados naciones. Mira las banderas del mundo y verás que el rojo casi siempre representa a la sangre. He conocido monjes y monjas que me despiertan admiración y respeto, que interpretan sus textos antiguos únicamente en el aspecto de amor y empatía, pero son la excepción.
—Esta forma de controlar a la población lleva a pensar que, si las armas no fueran el negocio más lucrativo del mundo, las religiones no serían lo que son hoy…
No había hecho el vínculo con la industria armamentista. Lo único que sé es que la gente más religiosa que he conocido vive a través de las armas, es muy belicista y no sé cómo se supera esa contradicción. Es interesante cómo la sociedad, supuestamente guiada por el dios todopoderoso, no tiene problemas con la industria armamentista. Es curioso.
—Y como sostén de esto, pareciera que la ignorancia es fundamental…
Así es.
—El resultado del plebiscito del proceso de paz, ¿lo ves como un retroceso o es otro obstáculo más que deberá sortear Colombia?
Umm (suspira), de momento lo asumo como un retroceso, es decepcionante. Ojalá que a la larga se convierta en un obstáculo superable, pero en mi lado pesimista digo “coño, esto ya está frito”. Era casi el único conflicto armado del mundo que parecía estar en vías de solución y ahora no. ¿Y quién lo impidió? Vamos a hablar claro: el ex Presidente Uribe, que era un gran belicista y con un estrecho vínculo al terrorismo de ultraderecha colombiano, y que a su vez creó y amnistió a los paramilitares, sin pedir perdón a nadie. Bajo su mandato estuvo la campaña de liquidación de civiles inocentes, unos 4 mil asesinados a cambio de recompensas de dinero, como fue el caso de los falsos positivos. Ahora se entromete de nuevo en escena, impide este proceso de paz y trata de pintarse como el “hacedor de reyes”, el hombre de las soluciones.
—Y eso que el triunfo del SÍ se veía a ojos cerrados…
Esto demuestra que, desde el Brexit para acá, no se puede confiar mucho ya en los sondeos. Pero ojo, aquí no hubo mayorías de ningún tipo, porque menos del 38% de los votantes posibles votaron, lo que es de un abstencionismo evidente y llamativo. Es más, esto nos llama a cuestionar la forma en que tenemos planteados los procesos democráticos para estos asuntos, así como su validez y legitimidad para determinar cosas tan contundentes. Como periodista y persona que viaja por el mundo, sentía que era un paso más hacia algo positivo. Esto fue una prueba más de que esta oleada de derechas no muy pensantes se está regando por el mundo.
—¿Y por qué crees que esta oleada de derechas, que defines como “poco pensantes”, se están apoderando de una parte grande del electorado mundial?
Tengo una teoría que recién estoy cuajando y que tiene que ver con que ya tenemos prácticamente una generación de internet. Esto (enfoca a su teléfono inteligente) se ha convertido en una especie de espejito mágico para cada individuo. La cultura de la gratificación instantánea y sus herramientas permiten fácilmente excluir el mundo que no queremos: sólo buscamos las noticias que nos llamen la atención y que nos pongan engreídos hasta cierto punto. Este panorama tiene a un nuevo ser humano, que ya no se sientan juntos a ver el noticiero de la tarde o no escuchan la radio en la mañana de los domingos, como lo hacía la generación de mis padres. Mucho menos que lean los periódicos que son de centro derecha, centro izquierda o lo que sea, pero donde se supone que está más o menos la palabra imparcial y objetiva de las cosas. Además, los políticos son hábiles, saben que esto existe y que lo pueden manipular. Estamos en una era nueva y ahora vemos los resultados.
—Continuando lo que mencionas, ¿ves una mayor desidia del ciudadano occidental?
Así es. Justamente hace poquito un colega colombiano me decía que los más importante era saber sobre el abstencionismo. Todavía no le he respondido pero andaba pensando justo antes de que me llamaras que esto apela al individualismo, la flojera, el narcisismo, que parecen ser propias de esta nueva sociedad que se está formando, donde los chicos andan haciéndose “selfies” por todo el mundo sin ver las cosas atrás. El mundo es fachada para la actuación personal, se volvió un “mundo Kardashian”.
ELECCIONES EN EEUU: SUPERVIVENCIA O EXTINCIÓN HUMANA
—Es llamativo cómo Donald Trump alcance una popularidad para ser candidato presidencial teniendo tanta mala prensa, al menos en buena parte del mundo. Cuesta creerlo, pero puede ganar…
Y la mala prensa también la tiene en los medios de comunicación “más pensantes” en Estados Unidos, no sólo en los de ustedes. Estamos atónitos frente a este fenómeno.
—Dentro de esas poco auspiciosas miradas, está el que un triunfo de Trump implicaría un peligro tanto para Estados Unidos como para el mundo. ¿Es así? ¿Con Hillary Clinton no lo habría?
Trump inspira desconfianza y animadversión porque abiertamente miente y saca pecho de cosas que no son ciertas. Comparas su discurso con los dos anteriores o con los de años atrás y verás que se contradice. Ante estas incoherencias resulta difícil entender cómo la gente le cree. Es un farsante, un increíble vendedor de medicinas (de pomada), un encantador de serpientes. Ha dicho cosas que son propias de alguien muy irresponsable: decir que si fuera presidente se retirará de la OTAN, en momentos en que se tiene a un Putin bélico, amenazando a los estados bálticos y habiendo desestabilizado la franja oriental europea tras la invasión rusa a Ucrania. Esto fue así porque yo lo vi y nadie me puede decir lo contrario.
Ni tu, ni yo ni nadie está a gusto con el mundo que hemos heredado. No nos gustará la hegemonía, la belicosidad de Estados Unidos y no simpatizaremos con la OTAN, pero, hay que decirlo, son los que han mantenido un equilibrio y han evitado una tercera guerra mundial. Todos queremos que ningún país cometa el horror que Estados Unidos hizo en Japón en 1945, pero sucede que ahora Trump llama a Corea del Sur y Japón a que tengan sus propias armas nucleares. Es un tipo chiflado, irresponsable. De ganar Trump hará que se acabe el mundo. Uno no podrá estar a gusto con Hillary, por la forma que habla, por las votaciones que ha hecho en el pasado, pero al menos entiende cómo evitar una tercera guerra mundial.
—Cosa que nadie quiere. Así cómo planteas, es una de las elecciones más trascendentales de la historia…
Un maoísta y un neoconservador, muy diferentes entre sí, tienen un punto en común que es evitar que el mundo se acabe mañana, y siendo presidente de Estados Unidos, ese poder lo tienes en la mano. Esta elección no se trata de las exquisiteces de la democracia, si somos prolesbianas o antinegros, o si se le va a dar leche a los niños en el colegio. Todas las cosas buenas pueden suceder pero en el fondo, esta elección se trata de la supervivencia o de la extinción de la raza humana, puede marcar un antes y un después. Jamás en mi vida había vivido algo así. Si Trump llega a la Casa Blanca, lo consideraré mi enemigo mortal.
—Por qué es tan difícil para Estados Unidos superar los problemas raciales, siendo la nación cosmopolita por excelencia…
Es bueno lo que señalas considerando tantas muertes de personas de piel negra. No fue el único país que tuvo esclavitud pero hace 150 años, tras el fin de la guerra civil, se declaró su fin con mucha pomposidad y que extendieron mundialmente la fama de Estados Unidos como un país que alcanzó la iluminación humanista. Pero tras ello resulta que los otróras esclavos quedaron sin protección y la mentalidad esclavizadora y explotadora se quedó en enquistada en los Estados del sur y se arregló recién en los años 60. Las famosas batallas de Martin Luther King, de Malcolm X y de las Panteras Negras lograron una mayor integración, pero con bronca. Se ve que por mucho que se legisla a favor de una sociedad más equitativa, no necesariamente se logra una mayor integración ni el cambio en la mentalidad de mucha gente. Si hoy cada tres días vemos por la cámara de un celular cómo un policía blanco mata a un negro, me preguntó cómo era de horrible cuando no habían estas tecnologías. Trump, que mete el dedo en la llaga, potencia cada vez más a los racistas blancos porque habla en sus códigos. Este problema toca a los estratos socioeconómicos y sobre todo a la educación.
—Reaparecen los conflictos justo con el primer presidente afroamericano…
Paradójicamente a mis proyecciones, elegir un hombre negro como presidente no significó acabar con los demonios raciales sino que al contrario, éstos han retomado fuerza. El mero hecho que haya un negro en la Casa Blanca es lo que más jode a esa gente y por eso ha reflotado el racismo residual que queda el psique y el corazón de algunos estadounidenses. Si en Chile asumiera un presidente mapuche, no sé cómo lo tomarían los blancos chilenos, porque ustedes tampoco tienen resuelto su relación con los indígenas. En cambio, Argentina está más a salvo de este problema porque los exterminaron en una campaña de Estado conocida como “la conquista del desierto”.
—¿Qué representa hoy China para la geopolítica de Estados Unidos?
Estados Unidos tiene con China una política diversa y difícil de definir. Quizás la política es más china que norteamericana porque en Estados Unidos se dan cuenta que China emerge como una gran potencia en muchas vertientes: en economía, en población y, eventualmente, en ambiciones extraterritoriales, expresados en su adquisición de materias primas y el levantamiento de una infraestructura extracontinental. Construyen carreteras, ferrocarriles, barcos, aeropuertos y puertos que unen minas que ellos controlan en, por ejemplo, en äfrica. Es un camino chino a través del mundo y los países africanos y latinoamericanos, tan faltos de infraestructura básica, están aceptando las ofertas chinas porque no les queda otra. Ellos son la fábrica del mundo y dueños del comercio en las cosas que todo el mundo necesita. Aún no están compitiendo en la alta tecnología pero van en ese camino.
—El océano Pacífico también debe estar dentro de los objetivos chinos…
China natural e inevitablemente va a querer disputar esas aguas o por lo menos ser socio de ellas. Por eso es que ha construido islas y arrecifes con pistas de aterrizaje e instalaciones militares. Allí está el conflicto por venir. Obama no ha logrado resguardar los intereses de Estados Unidos en Asia y lo que se ha visto es un levantamiento chino sin contrapesos, un Japón que se rearma y una Corea del Norte que hace pruebas militares con armas nucleares. El futuro próximo indica que China y Estados Unidos estarán contrapuestos, porque saben que son adversarios aunque ambos buscan menguar esta rivalidad, a través acuerdos en áreas como la cultura, la educación, la migración y sobre todo en economía. No sé si se mantendrá esta ambigüedad en donde son amigos y adversarios, o si habrá una especie de guerra fría, la que puede ser peor según quien llegue a la Casa Blanca o a Beijing.
(Entrevista: Diego Bravo Rayo – www.elciudadano.cl – Chile)