TORONTO (Canadá).- En el corazón de Toronto se aloja una de las mejores colecciones de libros y manuscritos antiguos en español de Norteamérica, que incluye la primera edición de lujo de «El Quijote», de 1738 y un libro impreso en México en 1635.
El bibliotecario de origen venezolano David Fernández es uno de los encargados de conservar y ampliar la colección de libros españoles, portugueses y de América Latina de la Biblioteca de Libros Exóticos Thomas Fisher de la Universidad de Toronto.
Fernández explicó a Efe que «la misión general de la biblioteca es promover la enseñanza en todas las áreas de la Universidad de Toronto. Y buscamos no solo preservar los materiales sino también hacerlos disponibles a estudiantes, investigadores, profesores y el público en general».
La columna vertebral de los libros que cuida Fernández son dos colecciones donadas en el siglo XX por dos profesores universitarios, Milton Buchanan y Ralph Staton.
«La colección de Buchanan se concentra en la literatura del Siglo de Oro español, aunque también tiene otras joyas bibliográficas muy importantes», explicó.
Buchanan fue decano del departamento de español e italiano de la Universidad de Toronto entre 1912 y mediados de la década de los años cincuenta. A su jubilación, Buchanan donó a la universidad canadiense su colección de literatura del Siglo de Oro que, según Fernández, «es una de las mejores de Norteamérica».
Uno de los aspectos de la colección de Buchanan es la calidad de los libros sobre el teatro del Siglo de Oro.
«No es muy grande, como el de otras bibliotecas, pero el hecho de que esta colección fuera creada por un profesor experto en el área hace que tengamos muchas rarezas, como comedias sueltas que solo tenemos nosotros o de las que hay muy pocas copias en el mundo», dijo Fernández.
De la colección de Buchanan es, por ejemplo, una edición temprana de «El Quijote», de 1611, impresa en Bruselas y que es de especial importancia porque fue la base de muchas ediciones posteriores y de traducciones a otros idiomas.
La colección de Stanton, que fue estudiante de Buchanan, aunque cuenta con libros en español, está más concentrada en la literatura épica portuguesa, lo que la convierte en una de las más importantes de Norteamérica y Europa en este género.
La Universidad de Toronto ocupa uno de los primeros puestos en el ránking mundial de las mejores universidades. Con más de un siglo de historia, esta institución es conocida por sus múltiples descubrimientos en diferentes campos, además de contar, entre sus alumnos y profesores, con un número considerable de Premios Nobeles. |
Una de las joyas de esta colección es una de las primeras ediciones de «Os Lusíadas», la epopeya de Luis de Camoes, que es considerada una de las obras maestras de la literatura portuguesa.
El ejemplar en la Biblioteca Thomas Fisher es de 1591, 19 años después de la primera edición del libro.
Pero uno de los libros favoritos de Fernández en esta colección es «el primer tomo de la primera colección de ‘Historia Tragico-Maritima de Naufragios’, de 1735, que fue editado como una colección por Bernardo Gomes de Brito», según explicó.
El libro recopila las aventuras en los siglos XVII y XVIII de marinos portugueses que contaban sus naufragios cuando regresaban como héroes a Portugal.
«Este libro es importante porque preserva muchas de las historias que se hubiesen perdido y porque son folletos de literatura popular ilustrados con grabados en madera. Es una combinación de literatura e historia que fue muy popular en el siglo XVIII», dijo Fernández.
La biblioteca canadiense también está ampliando su colección de libros y manuscritos para poder explicar la colonización española de América Latina desde la perspectiva latinoamericana y española.
Uno de los libros más destacados es «Ejercicios espirituales», un libro miniatura impreso en México en 1635, 100 años después de la llegada de la primera imprenta al Nuevo Continente.
Fernández destaca la colección de lo que se llama Artes de la Lengua», «que son gramáticas de lenguas exóticas o nativas, como el naua y el quechua. Tenemos buenos ejemplos, que utilizamos tanto para las clases como para investigación».
Dos ejemplos son el «Arte Novissima de Lengua Mexicana» de 1753, de Carlos de Tapia Zenteno y «Arte y Vocabulario de la Lengua Quichua» de 1754 e impreso en Lima.
Fernández explica que este tipo de libros «son muy importantes cuando enseñamos clases sobre las colonias, porque el libro como tal fue usado como una herramienta del poder español para controlar sus misiones, pero también para lograr el contacto lingüístico con los nativos de las regiones que estaban colonizando».
Fernández también está orgulloso de la creciente colección de registros manuscritos de esclavos en las posesiones españolas en el Caribe.
Uno de esos manuscritos es un registro que compila datos sobre los esclavos en la provincia de Matanzas, en Cuba, en los años 1885 y 1886, y que contiene información como el nombre del dueño, lugar de residencia, el nombre del patrocinado (o esclavo) edad, estado, sexo, la nacionalidad y su función.
EFE/Julio César Rivas
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