Juan Aurich fue el último tormento en el que estaba depositada nuestra esperanza de clasificar para octavos de final de la Copa Libertadores pero Tigres con un equipo remendado, mostró la salida al once de Roberto Mosquera con un 5 a 4 infame.
Si algo en común tiene Juan Aurich con Sporting Cristal es que no saben ganar en casa. Les cuesta sumar de local. Y si no son capaces de sostener los resultados hamacados por sus hinchas, no merecen llegar a otras instancias.
Juan Aurich ante Tigres fue un mendigo bien vestido de mediocampo hacia arriba en tanto la defensa parecía ser parte de otro cuerpo, con fisuras, desarticulaciones y distracciones que al final pagó caro con los goles encajados.
Lo indignante es que Juan Aurich encaje cinco goles en casa. Revela ausencia de jerarquía para quedarse con los conchos de un brebaje que el rival se sirvió en un banquete en el que no estaba invitado.
El equipo chiclayano no se sintió picado siquiera para darse cuenta en qué situación se encontraba. Tenía que ganar y no había más que hacer.
Sin embargo, la falta de amor propio hizo del equipo chiclayano un andrajoso y encajó un horrible resultado que no le hace bien al fútbol peruano. Todo el esfuerzo de Luis Tejada, Germán Pacheco y Oscar Vílchez fue en vano y tendrían que ser resarcidos con una disculpa.
Roberto Mosquera no dio la talla para ser el conductor de un Juan Aurich que llegó vivo a las instancias de clasificación cuando en Buenos Aires el empate con River Plate no fue para mostrar el pecho.
La suerte, si existe en el fútbol, le mostró su cara coqueta a los chiclayanos al lograr la paridad en un partido en que el equipo peruano fácil se llevaba una goleada de cinco goles.
La suerte abandonó esta vez al equipo chiclayano y se vio avasallado al no tener de lado la fortuna que no le tendió la mano como la otra vez en que salvó el pellejo con una goleada ante el millonario.
Entonces los errores defensivos se hicieron evidentes y Enrique Esqueda sacó su olfato goleador para encontrar los espacios y facilidades para hacer su tarea de disfrutar con un triplete que ni es sueños vio que podía ocurrir.
En esos mismos instantes en que Juan Aurich se despedía sin honores de la Copa Libertadores, River Plate ganaba 3 a 0 a San José con el oído pegado esperando que el equipo mexicano les hiciera justicia.
No ganar a Juan Aurich en Buenos Aires fue una frustración para River pero Tigres se encargó de hacer los goles para sentir en la piel que en el fútbol se puede darse cosas tan raras como la de ganar dos veces en un mismo instante. (Hugo Laredo Medina).