WASHINGTON.- Una juez federal invalidó este fin de semana la mayor parte de un plan del presidente estadounidense, Donald Trump, para facilitar el despido de los trabajadores públicos y reducir el tiempo que pueden dedicar a labores sindicales.
La orden emitida a última hora del viernes por la juez Ketanji Brown Jackson en una corte federal de Washington, y de la que informaron hoy los medios locales, supone una victoria para los sindicatos que representan al sector público en Estados Unidos.
A finales de mayo, Trump emitió tres órdenes ejecutivas que, en primer lugar, reducían de 120 a 30 los días de gracia con los que contaban los trabajadores con bajo rendimiento o que hubieran incurrido en mala conducta, con el fin de darles una oportunidad de mejorar su desempeño antes de decidir si se los despedía.
La segunda medida ordenaba a los departamentos y agencias reducir a menos de un año los periodos para negociar contratos con los sindicatos que representan a los trabajadores, y la tercera limitaba a un 25 % de la jornada laboral el tiempo que los trabajadores pueden destinar a labores sindicales.
Una decena de sindicatos que representaban a los empleados que trabajan para el gobierno federal presentaron una demanda para evitar que las medidas entraran en vigor, lo que resultó en el fallo de este viernes.
En él, la juez Brown Jackson opinó que las medidas de Trump «socavan el derecho de los empleados públicos a negociar colectivamente», y que por tanto «el presidente excedió su autoridad al proclamarlas».
Desde la campaña presidencial, Trump ya mostró su interés en reducir el aparato laboral administrativo de Washington, al que acusó de estar lleno de «derroche, fraude y abuso», y del que sospecha que es más cercano a la oposición demócrata que a él.
El expresidente de la Cámara Baja Newt Gingrich, que ha asesorado a Trump en este asunto, aseguró el año pasado que el 99 % de las donaciones de trabajadores del Departamento de Estado y el 97 % del de Justicia durante la campaña presidencial de 2016 fueron para la demócrata Hillary Clinton.
«Hay algunas razones para creer que un número considerable de personas no quiere que Trump tenga éxito», dijo entonces Gingrich, quien se mostró favorable a que el presidente pudiera controlar «la burocracia que se opone a él activamente».
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