BRUSELAS.- El expresidente de la Comisión Europea Jean-Claude Juncker cargó en una entrevista publicada este lunes contra el renacimiento general del «nacionalismo terco y estúpido» en la Unión Europea y, en concreto, contra los «extremismos» en Bélgica y la Nueva Alianza Flamenca (N-VA).
«Hay un renacimiento del nacionalismo terco y estúpido, que se confunde con patriotismo, cuando es todo lo contrario. El patriotismo es el amor a su nación. Y el europeísmo es el amor a los demás. Los europeos ya no se aman entre ellos porque no se aman ellos mismos», declaró el que fuera presidente de la Comisión en 2014-2019.
El político luxemburgués se expresó de esa manera en una amplia entrevista publicada por el diario belga francófono «Le Soir», en la que reconoce que hay un aumento de los populismos y lo atribuye al «hecho nacional», y no a la UE.
«¿En qué sería Europa responsable del progreso de la N-VA (…), de la AFD en Alemania (…), de todos los estúpidos excesos del nacionalismo ilimitado e intransigente en Italia» o «exclusivamente responsable del ‘brexit’?», se preguntó Juncker, quien dijo que hay «razones nacionales o regionales que explican esa pujanza», pero que resulta «fácil cargar a Europa con todas las responsabilidades».
BÉLGICA
Trasladando la cuestión al Estado belga, Juncker señaló que «en algunos aspectos, los extremos del paisaje político flamenco no le hacen bien a Bélgica».
«Bélgica es el único país del mundo que conozco que no está orgulloso de sí mismo. Nunca conozco a belgas que estén orgullosos de Bélgica», lamentó Junker, quien subrayó que «Bélgica es un país que tiene cualidades enormes» que los belgas son «prácticamente los únicos en ignorar».
Preguntado por si el proyecto europeo debería ayudar a superar los egoísmos nacionales y corregir los defectos de los Estados, Juncker contestó que «el presidente de la Comisión tiene poder, pero no tanto como para corregir al señor De Wever», en alusión al presidente y fundador del partido nacionalista flamenco N-VA, Bart de Wever.
Junker evitó pronunciarse sobre si se debería celebrar un plebiscito en relación con la unidad territorial de Bélgica.
«Pero no soy fan de los referendos», apostilló.
LA FELICIDAD Y LA POLÍTICA
Cuestionado por la aparente incapacidad de la UE para recuperar un sentimiento de esperanza que devuelva la «felicidad» a los «pueblos» tras la crisis económica que arrancó en 2008, Juncker negó la mayor y defendió su gestión.
«La política no está a cargo de la felicidad de los pueblos. La felicidad no es una categoría política. Nace de un enfoque individual, y no colectivo», dijo.
«Por otro lado, la felicidad es siempre un fenómeno del momento, no de décadas, pero creo que hemos respondido a las principales críticas dirigidas a Europa antes de que estuviéramos a cargo, reduciendo las reglamentaciones, flexibilizando el pacto (de estabilidad), relanzando la inversión y corrigiendo el paro a la baja y el empleo al alza», agregó.
Todo eso y el hecho de que haya «dos millones más de jóvenes con empleo que hace cinco años», pero esto no hace «soñar a nadie», lamentó el luxemburgués, que no obstante ofreció una visión positiva a largo plazo y recordó que cuando empezó su andadura política europea en 1982 nadie hubiera dicho que se pondría «en órbita» el euro.
URSULA y GRETA
En una entrevista con sobreentendidos e ironía en las respuestas, rasgos que se suelen asociar con el carácter de Juncker, el luxemburgués descargó a la nueva Comisión Europea, presidida por la alemana Ursula von der Leyen, de correr el riesgo de dar demasiada voz a Berlín en la UE, pero no le dejó alguna frase con sorna.
«El sistema es tan sofisticado que esas cosas ya no son posibles» porque existen numerosos mecanismos de control, empezando por el Parlamento Europeo, dijo.
No obstante, y preguntado por la alusión de Von der Leyen al Pacto Verde Europeo como el momento de la llegada «del hombre a la Luna» para la UE, Juncker respondió: «Yo no soy un lunático».
Tampoco quiso entrar en la polémica creada por su sucesora al anunciar que los días que pase en Bruselas dormirá en un estudio junto a su oficina presidencial.
«¡Buenas noches!», contestó Juncker.
Por último, el presidente de la Comisión que marcó la senda de objetivos climáticos que recoge y amplía el Pacto Verde Europeo no se mostró como un entusiasta de la joven activista medioambiental sueca Greta Thunberg.
«Aún no necesito señales del norte de Europa para entender lo que está sucediendo. Todo lo que es demasiado excesivo es insignificante y el mensaje pierde valor si ocupa demasiado volumen unilateral. Pero apruebo el enfoque», comentó.
EFE/Foto: elpais.com