Keiko Fujimori, la heredera del sátrapa que terminó en el calabozo

shadow

 

Keiko Fujimori, heredera y líder en Perú del proyecto que inició su padre, el expresidente Alberto Fujimori, tocó fondo hoy con su entrada en el calabozo, entre afrentas políticas, familiares y legales, y bajo sospechas de corrupción que la rodean desde que está en primera línea política.

El 9 de junio de 2016, Keiko Fujimori (Lima, 1975) quedó literalmente a un puñado de votos (41.000) de ser la primera mujer presidente de Perú, al caer derrotada en último extremo por Pedro Pablo Kuczynski.

Ese paso hubiera supuesto la cúspide de una carrera política que arrancó cuando ella tenía 19 años y asumió el papel de Primera Dama de Perú tras el divorcio de sus padres, y que continuó con mayores energías al tomar la dirección del fujimorismo -derecha populista- tras el encarcelamiento en 2007 de su padre por delitos de lesa humanidad.

Primero como parlamentaria, y luego como candidata a la Presidencia tanto en 2011 como 2016, Keiko asumió el control del partido de su padre para adecuarlo a sus intereses y modernizarlo sin los estigmas del pasado, aunque sin abandonar sus premisas básicas.

La segunda derrota electoral de Keiko, inesperada para casi todo el mundo, supuso un duro varapalo del que aparentemente no pudo reponerse, pese a lograr una aplastante mayoría absoluta en el Congreso de la República que en la práctica le hubiera permitido gobernar en la sombra a su antojo.

A través del Congreso, Keiko acosó a Kuczynski con virulencia, haciendo gala de su poder casi absoluto, acoso que terminó forzando la renuncia del mandatario y la asunción del actual presidente, Martín Vizcarra.

Esas acciones acabaron por golpearla como un bumerán, ya que Vizcarra resultó un rival político mucho más duro de lo esperado.

Antes de eso, su dominio del partido se vio minado desde el interior nada menos que por su hermano menor Kenji Fujimori, que junto a otros congresistas fujimoristas se aproximó a Kuczynski para lograr el indulto para su padre, algo a lo que Keiko se negó tajantemente.

La percepción ciudadana fue que Keiko no quería liberar a su padre para mantener el control del partido, lo que se acentuó cuando finalmente Kuczynski otorgó un polémico indulto apenas horas después de que Kenji y sus seguidores lo salvaran de un proceso de destitución azuzado desde Fuerza Popular.

Eso desató una cruel guerra interna entre los hermanos, con maniobras oscuras y de corte mafioso -grabaciones ocultas, expulsiones del partido, denuncias y amenazas- que desgastaron su imagen y potenciaron el descrédito del Congreso ante los ciudadanos.

Kuczynski dimitió antes de enfrentar un segundo proceso de destitución y Kenji quedó a disposición de la Justicia por sus intentos de mantenerlo en el poder, pero esos triunfos fueron el canto del cisne para Keiko.

Mientras todo esto sucedía, el caso Odebrecht salpicó con más fuerza al seno de Fuerza Popular, con una multiplicación de pruebas que vinculaban a Fujimori con prácticas de financiación irregular.

En julio de este año saltó otro nuevo escándalo, en este caso por la revelación de una trama de corrupción judicial en donde tanto Fujimori como su partido quedaron severamente afectados por sus aparentes intentos de influir en jueces para que archivaran investigaciones en su contra.

Con una aprobación en caída libre, Fuerza Popular se vio obligada a respaldar muy a regañadientes una serie de propuestas del presidente Vizcarra de reforma política para atajar la corrupción.

Luego, el pasado 4 de octubre llegó el que Keiko calificó como «día más triste» de su vida, cuando la Justicia peruana ordenó la anulación del indulto que le concedió Kuczynski a su padre y su reingreso en prisión.

Sus lágrimas ante la prensa, que fueron criticadas con especial dureza por allegados y amigos de su padre, que la responsabilizaron por haber atacado indecorosamente a quien lo promulgó, la dibujaron súbitamente como una política acorralada, sin rumbo y sufriendo un desgaste difícil de recuperar.

El desgaste se terminó de comprobar el pasado domingo, con la celebración de unas elecciones municipales y regionales en todo el país en donde Fuerza Popular no logró ningún Gobierno regional -tenían 3- y apenas 3 de 196 provincias en liza.

Keiko, casada con el estadounidense Mark Vito Villanella, a quien conoció durante sus estudios universitarios en Boston y con quien tiene dos niñas, Kyara y Kaori, pasará hoy la noche en un calabozo.

El expresidente Ollanta Humala (2011-2016), acusado de crímenes similares a los de Keiko, pasó nueve meses en prisión preventiva antes de ser liberado.

En su momento, cuando el juez Richard Concepción Carhuancho, el mismo que hoy ordenó su detención, pidió detener a Humala, Fujimori alabó la «independencia» de la Justicia peruana, la misma que hoy se le vino encima. EFE

Excolaborador de la DEA reafirma: Joaquín Ramírez lavó dinero a pedido de Keiko

 

506907