WASHINGTON.- La interpretación del significado de una simple coma en una de las enmiendas a la Constitución estadounidense está detrás de la laxitud en la tenencia de armas en Estados Unidos y es, en parte, causante de índices de muertes por arma de fuego que no se dan en otro país desarrollado.
«Una bien regulada milicia, siendo necesaria para un Estado libre, el derecho de la gente a mantener y portar armas, no se debe infringir» reza la segunda enmienda a la Constitución estadounidense, ratificada en 1791 en la Carta de Derecho.
Varios lingüistas aseguran que esa formula arcaica del inglés es una oración subordinada con la que los redactores de este artículo querían básicamente decir que las personas que sirvan en una milicia tienen derecho a portar armas.
Esta construcción gramatical causal, que respalda el derecho a armarse de un colectivo de ciudadanos pensado para mantener el orden en las primeras colonias, pero no del individuo, fue respaldada en varias ocasiones, la última en 1939, por el Tribunal Supremo.
No fue hasta 2008 cuando la última instancia judicial estadounidense volvió a reinterpretar la segunda enmienda de la Constitución para decidir si se podía prohibir la posesión de un arma de fuego en el enclave federal de Washington.
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Esta vez, los jueces del Supremo consideraron que después de la segunda coma, que en el inglés actual estaría mal colocada, se habla del derecho «individual» de portar armas para «defensa personal».
En la preparación de esas deliberaciones se pidió opinión a Dennis Baron, profesor de lingüística de la Universidad de Illinois, quien aseguró que «el significado acostumbrado de la frase portar armas en el siglo XVIII estaba vinculado al contexto militar, no a la defensa personal«.
Juristas y lingüistas han debatido en sesudas disertaciones sobre el significado de esa segunda coma y una importante mayoría ha llegado a la conclusión de que el derecho a portar armas estaba limitado a milicias.
La presión para que se imponga la interpretación individualista de la enmienda comenzó en los años 60; se reforzó con el gobierno republicano de Ronald Reagan, y ha sido el caballo de batalla, hasta ahora ganador, de la poderosa «Asociación Nacional del Rifle» (NRA).
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«La segunda enmienda son 27 palabras donde la referencia a la milicia regulada parece gobernar la frase del derecho a tener y portar armas», explicaba un comité del Congreso hace medio siglo.
Años más tarde la NRA comenzaría una ofensiva para reivindicar el significado actual utilizado por el grupo de cabildeo para consagrar al individuo frente al Estado, pero también para dar alas a un sector armamentístico que genera 15.000 millones de dólares anuales.
El derecho individual a portar armas y su defensa a ultranza por la NRA y su correligionarios es idea que ha tomado fuerza desde los 80, como parte esencial de la idiosincrasia estadounidense, y que ha llevado al bloqueo de cuanta propuesta de ley se ha esgrimido para poner fin al alto número de tiroteos con más control.
Cada día, una media de 30 personas mueren en Estado Unidos por la violencia de las armas, eso sin contar el gran número que es salvado de la muerte en los hospitales o los 60 diarios que sucumben en suicidios con armas de fuego.
La facilidad con la que cualquier persona sin antecedentes penales y una identificación puede pasar los controles y acumular un arsenal, pese a tener problemas mentales o ser un adolescente, están detrás de las matanzas de Columbine, Virginia Tech, Sandy Hook y otros casos más recientes.
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La matanza de la semana pasada en Roseburg (Oregón), donde un joven mató a 9 personas, ha vuelto a poner en evidencia la laxitud de las leyes de control de armas en el país avanzado que, con diferencia, tiene los mayores índices de este tipo de sucesos.
Estados Unidos tiene un índice de cerca de 30 muertes por arma de fuego por cada millón de habitantes, tres veces más que Suiza, el siguiente en el ránking de economías avanzadas, y mucho más que el 5,1 de su vecino canadiense o el 1,9 de Alemania, que cambió normas tras tiroteos en el pasado.
«Los signos de puntuación no eran una instrucción importante en el siglo XVIII», explicaba Baron en un ensayo universitario sobre la segunda enmienda.
Esa coma mal colocada puede ser la que más estragos mortales haya ocasionado en la historia, siendo estandarte para los defensores de las armas como garante del individuo frente al Estado y gatillo para personas con ansias de venganza. EFE
Foto: globedia.com
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