La selección alemana logró el título de la Copa Confederaciones gracias a una criollada de Timo Werner para ‘robarle’ el balón al dubitativo Marcelo Díaz. Lars Stindl recibió el pase con el arco vacío ante la salida desesperada de Claudio Bravo. Y luego el gol. Un gol que decidió el título al renovado once teutón.
Alemania, dicen los expertos, tiene un juego simple pero compacto, mortífero y vertical. Habría entonces que agregar, de acuerdo a lo que hemos visto, que tienen además una enjundia criolla. Esa jugada de Timo Werner la vemos acá a cada rato.
En la Eliminatoria Rusia 2018 en el partido de visita ante Paraguay fue Christian Cueva el que robó la pelota ante la salida paraguaya. Limpió el área para que ‘Orejas’ Flores anidara el balón en el arco guaraní. Gol, de una simpleza extraordinaria.
Marcelo Díaz cometió un error grosero en su área. Quiso hacer una salida elegante, un cometido de grandeza en una final donde, se daba por enterado, millones verían su épico juego.
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Marcelo Díaz quiso emular a Julio Meléndez quien en Boca Juniors y la selección peruana hacía esa jugada de jerarquía. De hecho que el chileno nunca vio jugar al ‘Negro el 2’ como le decían los hinchas bosteros al peruano.
El chileno se metió en un abrigo que le quedó bastante grande y consiguió hacer tremenda ridiculez que le costó a los mapochinos el partido y por añadidura el título de la Copa Confederaciones.
Alemania, queda todo el mundo advertido, ha incluido en su repertorio algo del juego bonito. Ha ganado un título con una criollada. Una palomillada que nunca debe desterrarse.
Y pensar que hay técnicos que quieren desterrar el juego pícaro por el choque frontal, atlético, de velocidad y esquemático. Todo eso pertenece a un manual establecido pero una criollada puede decidir un título. (Hugo Laredo Medina).