La directora del Ballet Nacional de Cuba (BNC), la bailarina y coreógrafa Alicia Alonso, cumple hoy 95 años de edad convertida en un pilar de la danza al dedicar toda una vida a este arte.
El BNC honró la víspera a su fundadora y directora con la función especial titulada «Maestra de generaciones» en el Teatro Nacional de La Habana.
El programa incluyó escenas de momentos significativos en la carrera artística de la llamada Prima Ballerina Assoluta.
El espectáculo, con dirección artística y montaje coreográfico de Alberto Méndez, presentó varias piezas clásicas del ballet, entre ellas «La bella durmiente», «Giselle», «El lago de los cisnes», «Coppélia», «La fille mal gardée» y «Carmen».
El público asistente pudo disfrutar de varios de los protagónicos que alguna vez la ahora directora del BNC tuvo la oportunidad de interpretar como «Giselle», «Odette», «Swanilda», «Odile» y «Carmen»·
Esta vez los encarnaron las bailarinas Anette Delgado, Estheysis Menéndez, Jessie Domínguez y Sadaise Arencibia, quienes demostraron virtuosismo sobre el escenario.
Aunque la función no pretendió ser una reconstrucción biográfica de la destacada bailarina cubana, permitió evocar algunos de sus instantes decisivos sobre las tablas, que la convirtieron en una de las figuras más importantes en la historia de la danza mundial.
Al cierre de la gala, Alonso subió al escenario acompañada de los bailarines del BNC y en medio de una interminable ovación, entregó un par de zapatillas a una niña estudiante de ballet, en gesto simbólico de continuidad y compromiso con una obra que es orgullo de Cuba.
Nacida el 21 de diciembre de 1920 bajo el nombre de Alicia Ernestina de la Caridad del Cobre Martínez Hoya, la artista fundó el 28 de octubre de 1948 el BNC junto al bailarín y coreógrafo Fernando Alonso, con quien se casó a los 15 años y cuyo apellido adoptó tras el divorcio.
En la década de 1930, Alonso empezó a tomar clases de ballet junto a su hermana y debutó en diciembre de 1931, aunque su vida profesional se inició en 1937 en Estados Unidos con el American Ballet Caravan y en 1940 integró el American Ballet Theatre.
Trabajó con grandes coreógrafos como George Balanchine, Mijail Fokine, Anthony Tudor, Jerome Robbins y Maurice Bejart.
Bailó con el afamado Rudolf Nureyev, entre otros, además de montar sus propias coreografías, cosa que sigue haciendo a pesar de sus dificultades visuales.
El camino para convertirse en la Prima Ballerina Assoluta se le abrió en 1943 cuando Alicia Markova se enfermó antes de una función de «Giselle» en el Metropolitan Opera House de Nueva York.
El coreógrafo Anton Dolin le preguntó entonces a sus bailarinas quién quería remplazarla y la única que aceptó el reto fue Alonso.
Con «Giselle», la bailarina rompió esquemas y entró en la leyenda de la danza.
En medio de escaseces económicas, prejuicios sociales y sin apoyo gubernamental, creó el BNC donde logró desarrollar tres vertientes fundamentales de trabajo, que incluyeron el campo de la creación coreográfica, el pedagógico y la divulgación masiva del ballet.
En 1956, la compañía tuvo que abandonar la isla luego de perder la subvención estatal después de negarse a respaldar a la dictadura de Fulgencio Batista, que intentó convertir a la compañía en agente propagandístico del régimen.
El BNC, que entonces recibió el respaldo unánime de los universitarios cubanos, emitió una carta pública firmada por la Alonso, en la que expresó que «el ballet ya no podía morir porque lo habían plantado en el seno del pueblo».
Al triunfo de la Revolución en 1959, la compañía retornó al país para construir un sistema de escuelas que permitió integrar la enseñanza escolar a la artística desde la adolescencia hasta la adultez, además de llevar su arte hasta en los lugares más intrincados del país.
Aquellas primeras generaciones de bailarines comenzaron a asombrar al mundo con triunfos en los principales concursos internacionales de ballet, lo que provocó el reconocimiento de la existencia de una escuela cubana de ballet.
La Ley 812 del gobierno revolucionario firmada por el entonces primer ministro, Fidel Castro, garantizó definitivamente la existencia de la compañía y le brindó todo el apoyo material y espiritual para realizar su labor.
Alonso convirtió al BNC en una de las cinco mejores compañías de ballet clásico del mundo, después de la Opera de París (Francia), el Royal Ballet de Londres (Reino Unido), el American Ballet Theatre (Estados Unidos) y el Ballet Bolshoi (Rusia).
La maestra se retiró formalmente de los escenarios en 1995, pero aún trabaja en el montaje de coreografías, además de planificar cada gira y cada programa del BNC, convertido en orgullo de la cultura cubana.
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