KUALA LUMPUR / SÍDNEY – En el Sur en desarrollo se necesita con urgencia permitir una mayor producción y un acceso más asequible a las necesidades médicas de la covid-19. Este avance también fomentará la tan necesaria buena voluntad para la cooperación internacional, el multilateralismo y el desarrollo sostenible.
La Organización Mundial del Comercio (OMC) decidirá pronto en unos días sobre una exención temporal y condicional de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (Adpic). La exención fue una propuesta de Sudáfrica e India, del 2 de octubre de 2020. Dos tercios de los 164 miembros de la OMC, principalmente países en desarrollo, la apoyan.
Pero con el apoyo de Suiza y Reino Unido, los países del bloque de la Unión Europea (UE), liderados por Alemania, han bloqueado los avances antes de la 12 Conferencia Ministerial de la OMC, que se realizará en Ginebra entre el 30 de noviembre y el 3 de diciembre. Mientras tanto, las discusiones en curso basadas en borradores de un proyecto parecen no llevar a ninguna parte.
Innovación y propiedad intelectual no van de la mano
Las vacunas y medicamentos asequibles han sido cruciales para eliminar enfermedades infecciosas como la tuberculosis, el VIH-sida, la polio y la viruela. Pero, a pesar de las sólidas pruebas de lo contrario, sus defensores insisten en que los derechos de propiedad intelectual son necesarios para incentivar la innovación.
El desarrollo de las vacunas contra la covid y otras terapias se ha acelerado gracias a la considerable financiación gubernamental. Solo seis de los principales desarrolladores de vacunas recibieron más de 12 000 millones de dólares de financiación pública.
Mientras, los ingresos previstos de sus monopolios de propiedad intelectual superarán las decenas de miles de millones.
La escasez de suministros ha interrumpido el abastecimiento de vacunas. Los monopolios de propiedad intelectual bloquean la competencia, lo que dificulta el aumento rápido de los suministros. Gracias a la protección de patentes, por ejemplo, solo cuatro empresas producen las bolsas de plástico para biorreactores necesarias para fabricar vacunas.
La aplicación transfronteriza de la propiedad intelectual se ha visto reforzada por el Adpic desde su establecimiento en 1995. El abandono africano de la Tercera Conferencia Ministerial de Seattle, de 1999, puso de manifiesto el sesgo de la OMC hacia los países ricos.
Como parte del compromiso para reactivar las negociaciones de la OMC, el Adpic incluye desde 2001 una excepción de salud pública.
Sujeto a condiciones onerosas y al pago de una compensación justa, la concesión de licencias obligatorias permite fabricar productos patentados utilizando procesos sin el consentimiento del titular de la patente. Sin embargo, los negociadores europeos siguen insistiendo en que las disposiciones sobre licencias voluntarias son suficientes.
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Todas las licencias requieren negociaciones caso por caso, titular de la patente por titular, país por país. Pero la concesión de licencias solo se limita a las patentes, sin exigir que se compartan los secretos industriales necesarios para fabricar compuestos bioquímicos complejos.
Estas negociaciones, que son largas, onerosas y costosas, están fuera del alcance de la mayoría de los países pobres. Y lo que es peor, algunos gobiernos de países de renta alta han bloqueado la concesión de este tipo de licencias, incluso cuando las empresas las han aceptado.
La propiedad intelectual profundiza las desigualdades
La dirección general de la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha señalado que cuatro quintas partes de las dosis de vacunas se destinaron a los países de ingresos altos o medios. Los países ricos, con una séptima parte de la población mundial, habían comprado más de la mitad de los primeros 7500 millones de dosis de vacunas hasta noviembre de 2020.
Mientras tanto, solo 1,5 % de los países de renta baja estaban vacunados en agosto de 2021. Gran parte de la variación en las tasas de infección y muerte se debe al acceso desigual, no solo a las vacunas, sino también a las pruebas de diagnóstico, las terapias médicas, los equipos de protección, los dispositivos, el equipamiento y otras necesidades.
El mecanismo público privado Covax había prometido suministrar 2000 millones de dosis de vacunas para finales de 2021, y llegar a una quinta parte de la población de 92 países de renta baja. Pero hasta ahora se han suministrado menos de 500 millones de dosis.
La académica australiana Deborah Gleeson advierte que, aunque se disponga de nuevos y prometedores tratamientos, serán demasiado costosos para la mayoría de los países de renta baja y muchos países de renta media. Las pruebas de diagnóstico se distribuyen de forma desigual, con una media de más de 100 veces más en los países de renta media que en los de renta baja.
E incluso cuando los gobiernos y las empresas están dispuestos a conceder licencias a otros para suministrar genéricos de bajo coste a los países de renta baja, la mayoría de los países de renta media quedan excluidos. Y lo que es peor, algunos gobiernos de países de renta alta han bloqueado la concesión de estas licencias, incluso cuando las empresas las han aceptado.
Algunos países de renta alta se han visto obligados a compartir millones de dosis de vacunas no utilizadas. Pero de los 1800 millones de dosis prometidos hasta ahora, solo 14 % ha ido a parar a los países de renta baja. Estas donaciones de fondos y otras necesidades ayudan sin duda.
Pero estos actos imprevisibles de caridad, por ejemplo, por parte de los países de renta media que compraron mucho más de lo que necesitaban, no son suficientes. La capacidad de fabricación en el mundo en desarrollo debe seguir aumentando para satisfacer las necesidades generales. Esto requiere la renuncia temporal a las patentes.
En contra de la afirmación de que el Sur global carece de capacidad de fabricación, las vacunas se producen desde hace tiempo en más de 80 países en desarrollo. Aunque es novedosa, la fabricación de vacunas de ARNm implica menos pasos, ingredientes y capacidad física que las vacunas tradicionales. Médicos Sin Fronteras ha identificado muchos productores capaces en el Sur.
La exención de los Adpic es urgente
Los Adpic establecen monopolios de 20 años para las patentes. A menudo se han prorrogado, es decir, se han ampliado, a veces indefinidamente, supuestamente para recompensar la innovación adicional. Así, se ha impedido a la mayoría de los países en desarrollo satisfacer sus necesidades sanitarias de forma más asequible.
La exención temporal permitiría a las empresas de todo el mundo producir los artículos necesarios y utilizar tecnologías patentadas sin infringir la propiedad intelectual. Los suministros aumentarían y los precios bajarían. En la actualidad, el acceso a las necesidades de la covid es muy desigual, lo que agrava la enorme brecha existente entre los países de renta media y los de renta baja.
El borrador revisado del texto con la propuesta sobre los Adpic, del 21 de mayo, aclara que la exención propuesta es para al menos tres años a partir de la fecha de la decisión, sujeta a una revisión anual. Abarcaría los productos y tecnologías, incluidas las vacunas, las terapias, los diagnósticos, los dispositivos, los equipos de protección, los materiales, los componentes, los métodos y los medios de fabricación.
La propuesta también abarca la aplicación, ejecución y cumplimiento de las disposiciones del Adpic sobre patentes, derechos de autor, diseños y otra información protegida, por ejemplo, planos de fabricación no divulgados y secretos industriales.
De hecho, la exención es necesaria desde hace tiempo para contener la pandemia en todo el mundo. Pero los países ricos han bloqueado con éxito los avances hasta ahora, a pesar del elevado coste humano y económico que ha supuesto.
Cambio de juego
A diferencia de los acuerdos más flexibles del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT), el órgano predecesor de la OMC, el marco y las prioridades de negociación de la OMC han socavado las aspiraciones de desarrollo.
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El Sur se ha visto perjudicado por la traición de los países ricos al compromiso de Doha de 2001, adoptado en la Cuarta Conferencia Ministerial de la OMC. Después de haber matado suavemente la Ronda de Desarrollo prometida entonces, los países ricos pueden ahora redimirse apoyando la exención.
Casi dos años después de que se reconociera el nuevo coronavirus, la pandemia sigue amenazando al mundo, y los países y las personas pobres están ahora más afectados. La devastación podría mitigarse en parte si los países en desarrollo pudieran satisfacer sus necesidades para la pandemia sin temor a los litigios por infracción de la propiedad intelectual.
Está previsto que el Consejo de los Adpic se reúna antes de la Conferencia Ministerial de cuatro días. La exención también fomentaría la renovación de la cooperación internacional, socavada durante mucho tiempo por la rivalidad y la competencia destructivas.
Al negarse a hacer concesiones, los países ricos no solo pondrían en peligro la OMC, sino también la capacidad del mundo para contener urgentemente la pandemia. Con transferencias de recursos financieros complementarios, pueden restaurar la buena voluntad que se necesita urgentemente para la cooperación internacional y para reactivar el multilateralismo.
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