LIMA.- La Pompeya de Latinoamérica espera ser desenterrada para encontrar y rescatar los restos de al menos 33 poblaciones de los Andes del sur de Perú que quedaron sepultadas hace más de 400 años por la erupción volcánica más grande y violenta conocida hasta ahora en el continente.
A similitud de la erupción del Vesubio en la Pompeya italiana, la repentina explosión en febrero de 1600 del volcán Huaynaputina ocultó un «valioso legado histórico» para Perú, explicó a Efe la investigadora Luisa Macedo, jefa del proyecto Huayruro: Pompeya latinoamericana.
El proyecto pretende ubicar mediante técnicas de geolocalización esos pueblos prehispánicos sepultados por las rocas y cenizas lanzadas desde el cráter, situado en la región peruana de Moquegua a unos 4,800 metros de altitud.
La iniciativa está encabezada por el Instituto Geológico Minero y Metalúrgico (Ingemmet) de Perú y también participan el Instituto Geofísico de Perú (IGP) e investigadores franceses, chilenos y bolivianos del Instituto de Investigación para el Desarrollo (IRD) y la Universidad de la isla Reunión, entre otros organismos.
La segunda parte de la iniciativa consistirá en que arqueólogos desentierren y pongan en valor los vestigios de esas aldeas arrasadas por la erupción, ocurrida en los primeros años de la colonia.
«La erupción aconteció en un momento en que había un gran número de pequeños poblados que los conquistadores pretendían agrupar para formar grandes ciudades. Se trata de un terreno eminentemente agrícola, de donde salía gran parte del vino que en ese momento se llevaba de Perú hacia España», comentó Macedo.
En las dos expediciones realizadas por los investigadores se recuperaron algunas vasijas de cerámica y se detectaron seis poblaciones a una profundidad que varía entre los 2,5 y 15 metros de profundidad, en una zona donde vivían al menos 3,000 personas, que también quedaron sepultadas.
«Las viviendas de aquella época se construían con roca y es fácil detectarlas mediante georradares y radares de infrarrojos porque contrastan rápidamente con el material que las sepulta, compuesto sobre todo por piedra pómez y cenizas», apuntó Macedo.
Entre los pueblos que quedaron sepultados se encuentran Quinistacas, Omate, Coporaque, Quinistaquillas, Tassata, Escobaya, Hanvasi, Cupilaque, Coalaque, Yamana, Acambaya, Jurama, Laji, Chica, Lloque, Colona y Checa.
En la actualidad, sobre los pueblos sepultados se crearon nuevas poblaciones, como Coalaque, Omate y Quinistaquillas, sobre cuyo distrito está el cráter del Huaynaputina (volcán joven, en quechua).
También existen grandes áreas de cultivos que aprovechan la fertilidad del terreno de origen volcánico, mientras que otras poblaciones sepultadas están bajo una superficie baldía.
La cantidad de material expulsado por el volcán Huaynaputina en su erupción de 1600 fue entre tres y siete veces más grande que la del Vesubio en su famosa erupción del año 79, según el vulcanólogo francés Jean-Claude Thouret.
La ceniza emanada por el volcán peruano se esparció por el resto del planeta y fue hallada en al menos 10.000 troncos de árboles situados alrededor del círculo polar ártico, indicó Macedo.
La explosión del Huaynaputina causó un inmediato cambio climático que provocó al año siguiente un enfriamiento de la temperatura global en 1,3 grados, superior al enfriamiento de 0,8 grados causado por la erupción del volcán Krakatoa (Indonesia) en 1883, añadió la especialista.
Luisa Macedo confía en que las investigaciones del proyecto consigan crear un circuito turístico que permita visitar los vestigios de la catástrofe y convertirlos en una nueva atracción en el sur peruano.
EFE/Foto: pedrovision-noticias.com