La primera piloto militar de Afganistán, tras la caída de los talibanes en 2001, Niloofar Rahmani, presentada como un símbolo, fue acusada de traidora en 2015 por los talibanes después de que el Departamento de Estado de EEUU la distinguiera con el premio Mujeres con Coraje.
Ante esa situación de alto riesgo el Ejército estadounidense reconoció que sería demasiado peligroso que Rahmani regresara a Afganistán, por lo que el gobierno decidió otorgarle asilo político.
La ex capitana de la Fuerza Aérea afgana, dejó su país de origen en 2015 para recibir entrenamiento en los EEUU pero afirma que también lo hizo para escapar a las amenazas de muerte dirigidas contra ella y su familia, por escoger una carrera tradicional asociadas con los hombres.
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A pesar de que Rahmani y su familia fueron amenazados de muerte, la piloto considera que tiene que ser un ejemplo para las jóvenes del futuro
Rahmani tenía 18 años cuando se alistó en el ejército de Afganistán. Su anhelo era poder convertirse, algún día, en piloto militar; pero la naturaleza conservadora en extremo de su país la llevó a ser el blanco de cuestionamientos por su osada decisión.
Luego de graduarse en 2013 de la escuela de entrenamiento de pilotos, se convirtió en una figura pública, atrayendo la atención de la insurgencia talibana con amenazas de muerte que se fueron multiplicando.
Incluso sus propios familiares, entre los que se incluían parientes como tíos y primos, consideraron su profesión como algo vergonzante y propusieron vengarse para recuperar el honor familiar.
Rahmani debutó con un Cessna 182 y luego, tras decidir que quería animarse a una nave más grande, siguió capacitándose para tomar el mando de un avión de carga C-208
Toda su familia tuvo que ser reubicada para evitar que su vida se vea comprometida. A pesar de dos atentados en que casi muere su hermano mayor, su círculo íntimo ha decidido permanecer en Afganistán, con excepción de una de sus hermanas que terminó migrando a los EEUU. (ECHA-Agencias)