Los antiguos griegos creían que muchos de los aspectos de la vida de una persona eran decididos por tres mujeres míticas conocidas como “las Moiras”: tres diosas hermanas presentes también en la mitología Romana, donde se las conocía como “Parcas”. Se creía que “hilaban el destino” de cada niño al nacer. Decidían cuándo comenzaba la vida, cuándo terminaba, y todo lo que ocurriría entre esos dos momentos. Al nacer cada ser humano, se encargaban de hilar, medir y finalmente cortar el hilo de la vida. Sin embargo, no todo era inflexible o predeterminado. Por ejemplo, si un hombre estaba destinado a ser un gran guerrero, podía elegir lo que haría en un día cualquiera. Los dioses podían intervenir con decisiones de naturaleza positiva o nefasta. En algunos sentidos, ellas controlaban la vida metafórica de todo mortal.
‘Alejandro Magno y los Destinos’ por Bernardino Mei (Wikimedia Commons)
Las Moiras o Moerae griegas y las Fatas o Parcas para los romanos, eran tres mujeres a menudo descritas como ancianas duras, severas, frías y sin piedad. Sus nombres griegos eran Cloto, (“tejedora”), Láquesis (“la repartidora”) y Átropos (“la inevitable”). Sus nombres romanos eran Nona, Decuma y Morta. Mientras que los griegos las pintaban como doncellas ocupadas y serias, los romanos las mostraban maliciosas o capaces de negar a los humanos sus esperanzas y deseos.
Cloto, Láquesis, y Átropos. ‘Los Tres Destinos’ por Paul Thumann (Wikimedia Commons).
La primera de las diosas Moiras, Cloto, la hilandera, hilaba la hebra de la vida. Aparecía como una doncella y llevaba en sus manos una rueca y un huso o un rollo (el libro del destino).
Láquesis, la que echaba la suerte, media el hilo de la vida y determinaba cuánto tiempo viviría alguien. Ésta aparecía como una matrona con un bastón con el que señalaba el horóscopo sobre un globo.
Átropos, la “inexorable” o “inevitable”, era quien cortaba el hilo de la vida y se representaba como una anciana. Era ella quien elegía la manera en que moría cada persona y cuándo se acababa el tiempo, cortando entonces el hilo con unas tijeras. La más pequeña y vieja de las tres, también era conocida como la más terrible.
Según el mito, las tres diosas podrían mostrarse con bastones, cetros o portando coronas como símbolo de dominación. Todas vivían en el palacio de Zeus en el Monte Olimpo. Al nacer un niño, las Moiras hilaban el hilo de su futura vida, seguían sus pasos, dirigiendo las consecuencias de sus acciones de acuerdo con el consejo de los dioses. Los Destinos no interferían directamente en los asuntos humanos, sino que usaban intermediarios y determinaban el sino de los mortales a través de diversas acciones condicionantes. El hombre podía ejercer cierta influencia sobre ellas. Pero el destino del hombre era determinado por su muerte, así que las Diosas del destino se acabaron convirtiendo en las diosas de la muerte.
‘Los Destinos’ por Claude Dalbanne (Wikimedia Commons).
Es muy probable que las Moiras controlaran el destino de mortales y dioses por igual, siendo descritas como más poderosas, incluso, que los Dioses. Homero escribió en “La Ilíada”: “es el destino que los griegos destruyan Troya, cuando Rumor y Pánico causaron que los griegos quisieran huir. Aenea fue destinado a ir a Italia, a pesar de los esfuerzos de Hera por evitarlo. Las acciones de Hera intentando desafiar al destino, llevaron a la muerte prematura de Dido, la reina de Cartago. Su hilo no fue cortado tan corto, y no pudo morir, aunque le clavaron una daga en su pecho.” Mientras Zeus gobernaba como deidad griega suprema también estaba sujeto a las decisiones de los Destinos. Sin embargo, Zeus mantenía el poder de salvar a quienes estaban en riesgo de ser capturados por su destino.
Zeus pesando el destino del hombre por Nicolai Abraham Abildgaard, 1793 (Wikimedia Commons)
La personificación del destino como las Moiras fue descrita por primera vez en el poema épico de Hesíodo “La Teogonía” (año 700 AC). Hesíodo presenta a las Moiras como hijas de Zeus y de la diosa Temis. Se las representa hilando, estirando el hilo que representaba la vida de cada persona. En dicho hilo se ubicaban la tristeza, la riqueza, los viajes y otros acontecimientos similares. Sin embargo, no se sabe con certeza quiénes eran los verdaderos padres de las Moiras. Algunos mitos afirmaban que eran hijas de Erebus (Oscuridad) y Nyx (o de Zeus y Temis). En ocasiones, incluso, eran relacionadas con Ananke, la personificación de la necesidad.
‘Destino’ por Henry Siddons Mowbray (Wikimedia Commons)
Como vemos, la idea de estas tres diosas vinculadas con nuestro destino aparece de muy diversas maneras en la mitología. Según los griegos también existía otra triada de diosas llamadas “las Horas”, quienes eran asociadas con Afrodita. Los nórdicos denominaban a sus tres destinos con el nombre de “las Nornas” (cuyo nombre proviene de la palabra nórdica “wyrd”, y significa «destino») y, a veces, eran referidas como “las hermanas extrañas”. A su vez, los celtas tenían tres diosas de la guerra, conocidas como “las Morrigan”, quienes determinaban el destino de los soldados en las batallas. La idea o imagen de diosa triple puede estar vinculada al antiguo culto de la diosa lunar en tres diferentes formas: la doncella (luna nueva), la mujer madura (luna llena) y la anciana (luna vieja).
Los destinos eran figuras populares de culto y adoración en Grecia y hay evidencias que sugieren la existencia de santuarios en su honor en ciudades de la importancia de Corinto, Esparta o Tebas. Se les presentaban ofrendas durante la época de festivales en Atenas, Delfos, Olimpia y Sición y se cree que eran beneficiosas durante la época de siembra. En la actualidad, el origen y significado de la palabra ‘destino’ proviene de la historia mitológica de estas tres poderosas diosas.
Imagen de portada: Los tres destinos por Sodoma, 1525 (Wikimedia Commons)
Autor: Bryan Hilliard- Fuente: www.ancient-origins.es