Laurene Powell Jobs, quien se convirtió en una destacada figura en el mundo de los negocios antes de conocer a Steve Jobs, está utilizando su considerable herencia de una manera que refleja sus propios valores y los de su difunto esposo. Su encuentro fortuito con Jobs en 1989, cuando llegó tarde a una conferencia, marcó el inicio de una relación que transformaría la historia de la tecnología.
Tras la muerte de Jobs, Laurene heredó una gran parte de la fortuna del fundador de Apple, que consistía principalmente en acciones de Apple y Disney. En 2011, este patrimonio estaba valorado en aproximadamente 10.000 millones de dólares. Sin embargo, Laurene Powell Jobs ha declarado que no tiene interés en perpetuar esta riqueza más allá de su propia vida: “No me interesa construir sobre el legado de una herencia y mis hijos lo saben. Steve no estaba interesado en eso. Si vivo lo suficiente, esa herencia se terminará conmigo”.
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En línea con este compromiso, Powell Jobs está destinando su fortuna a la filantropía, cumpliendo con su promesa de utilizar su riqueza para el bien social. Su objetivo es donar 3.500 millones de dólares en los próximos 10 años, enfocándose en iniciativas que mejoren la vida de las personas y combatan el cambio climático.
A diferencia de otras grandes filántropas como MacKenzie Scott, ex esposa de Jeff Bezos, Laurene Powell Jobs ha optado por no unirse al club filantrópico The Giving Pledge, liderado por Bill Gates y Warren Buffett. En su lugar, está gestionando sus donaciones a través de proyectos y fondos propios que reflejan su visión personal.
Con una formación en Ciencias Políticas y un máster en Negocios de Stanford, Powell Jobs ha demostrado ser una experta en la gestión de fondos. Además de su labor filantrópica, ha creado una empresa de alimentos saludables y ha realizado inversiones de impacto que respaldan proyectos sociales y ambientales, gestionando su fortuna de manera que alinea sus principios con sus acciones.
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