MADRID.- Un nuevo planteamiento magistral del ‘Cholo’ Simeone empujó al Atlético de Madrid a la conquista del Santiago Bernabéu, confirmando una tendencia de dominio desde su llegada, para dejar a su equipo como única alternativa al Barcelona gracias al tanto de Antoine Griezmann (0-1), que destapó las carencias de un proyecto del Real Madrid que hace aguas, reducido a la Champions.
La historia se repite en un cambio de tendencia en los derbis madrileños. Otro recital rojiblanco en casa de su eterno enemigo, el mayor goce para su parroquia, provoca el fracaso del Real Madrid en Liga, con tres meses duros por delante de competición con la mente únicamente puesta en el milagro de la undécima Champions.
Fueron este tipo de duelos los que doctoraron a Simeone. Enfermizo estudioso del rival y experto en sacar el máximo rendimiento de sus jugadores. Zinedine Zidane necesitaba mostrarlo. El derbi presentó el plan esperado, el orden y las líneas juntas rojiblancas desfiguraron el fútbol blanco de ataque. Se ponían a prueba las variantes del técnico madridista, obligado a inventar algo para salir de la trampa.
El respeto marcó el primer acto tanto como la maestría táctica de Simeone. Un 4-4-2 con líneas muy unidas, solidarias en la presión, entregaron el balón sin miedo al Real Madrid que nunca encontró la forma de hacer daño. Se escuchaba el grito de necesidad a la aparición de media puntas que encontrasen espacios y pases de peligro. Isco desgastado en labores defensivas; James sin frescura, perdiendo cada duelo individual en el cuerpo a cuerpo.
Intentó Zinedine Zidane desequilibrar con una salida en tromba como suele hacer en el Santiago Bernabéu. Antes del primer minuto llegaba un intento de Cristiano Ronaldo. Era un espejismo. Hasta pasada la media hora no llegó el primer disparo a la puerta de Oblak y fue a balón parado, con el portugués reventando el esférico pero su lanzamiento centrado a los puños del meta esloveno.
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En el camino se impuso la impotencia a los intentos madridistas y la tranquilidad rojiblanca. Danilo se ganaba el respeto de su afición a base de entrega y la figura de Augusto emergía en la lucha en la medular, con Modric y Kroos maniatados en la presión, sin poder imprimir la velocidad que necesitaba. La unión de los jugadores de Simeone dejaban en el olvido el cansancio acumulado de tres duelos de alta intensidad en una semana.
El encuentro caminaba por donde deseaba el Cholo. Mientras esperaba que la paciencia del rival y su afición se agotase, esperaba su momento el Atlético de Madrid seguro de que llegaría. Y acabó probando a Keylor Navas con mayor peligro. Augusto buscó puerta sin éxito como Koke el gol olímpico. El corazón se encogía en la grada del Bernabéu en una mala cesión de Danilo a Keylor, que escurría al querer controlar con el pecho.
Zinedine Zidane cambiaba de banda a Cristiano Ronaldo con James como primera prueba. Su equipo no carburaba. La definición de equipo trabajado la plasma el Atlético de Madrid. Un solo despiste, en un saque de banda, que costó la amarilla a Godín por derribar a Benzema. El francés no encontraba la portería rival a la media vuelta en la prolongación del único lanzamiento a puerta blanco de la primera parte, en aquella falta de Cristiano Ronaldo.
Dio paso a los momentos de mayor peligro atlético. La primera vez que quiso el balón lo tocaron todos sus jugadores hasta que llegó a Griezmann. Sacó un disparo repleto de veneno desde la frontal ante el que voló Keylor. Instantes después Juanfran encontraba el desmarque de Koke que chutaba al palo del portero. El córner lo remataba Godin antes de que se bajase el telón del primer acto.
Se le pedía a Zinedine Zidane que inventase algo y lo hizo al descanso. Benzema no estaba a tope, recién recuperado de sus molestias en la cadera. Saltaba por los aires el orden por jerarquía y no entraba Jesé. El elegido era Borja Mayoral, la actual perla de la cantera. Un nueve con gol y clase que dejaría máxima entrega en cada acción.
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A los 48 minutos Cristiano Ronaldo se sintió extrañamente solo dentro del área rival. No lo pensó y chutó cruzado acariciando el poste. La afición madridista se encendía con la lucha con robo de Mayoral pero James no estaba para grandes citas.
El partido cerrado comenzaba a abrirse por el ímpetu local. Fue cuando llegó el golpe rojiblanco que hizo tambalearse todo. Un error en la salida de balón provocó el robo, la asistencia de Filipe y el remate abajo de Antoine Griezmann para romper su sequía de cinco partidos sin marcar. Referente atlético absoluto, respondió el día señalado.
Los nervios se apoderaban del coliseo blanco, con la paciencia agotada y recuerdos de la inferioridad ante el Barcelona en el otro duelo grande del curso. Surgieron gritos contra el presidente del club y los jugadores regresaron al atasco y la imprecisión. Saúl perdonaba la sentencia, en una mano a mano contra Keylor. Ahí estuvo el partido, dirían los atléticos si el partido hubiese cambiado.
Solo le quedaba el orgullo al Real Madrid. Lo representó Mayoral, que no paró de intentarlo, y Cristiano Ronaldo va sobrado de él. A los 68 minutos tuvo su segunda clara, cabeceando solo abajo un centro desde el costado derecho, de nuevo a manos de Oblak, que también volaba para sacar otra de Mayoral.
El partido moría con el Atlético de Madrid defendiéndose, sufriendo lo justo ante un nuevo remate de Cristiano Ronaldo y un disparo cruzado de Danilo. Faltaban variantes, fe y fútbol en los madridistas para cambiar un resultado que marca la temporada. Fin del curso liguero a las primeras de cambio, como ocurrió en Copa. El Atlético de Madrid se ganó a pulso ser la alternativa a un Barcelona firme.
EFE/Fotos EFE