Avestruces, camaleones y elefantes han regresado esta semana al Palacio de Versalles en una exposición que por primera vez muestra la variedad de especies que habitaron en este antiguo complejo residencial junto a los reyes de Francia.
«El Palacio de Versalles estaba poblado de animales. Estaban por todas partes», recalca a EFE Alexandre Maral, conservador y comisario de «Los animales del rey», compuesta por más de 300 obras procedentes de museos franceses e internacionales.
Los más de dos mil caballos que moraron en Versalles y que fueron retratados en el siglo XVII por grandes artistas como el belga Adam François Van der Meulen, sirvieron para la caza, la guerra y para tirar de los carruajes de la corte, pero también para representar el poder del rey.
Los animales estaban cargados de significados políticos en el Antiguo Régimen, algo que se aprecia en la decoración de este palacio y jardines, donde la fauna simboliza la grandeza de Francia frente a otras naciones.
ANIMALES COMO REYES
En el pasado también había mascotas, como perros, gatos, loros y monos, que vivían en el interior del palacio con los miembros de la familia real y los cortesanos, destaca Maral, quien considera que estos animales «vivían como reyes».
El artista francés François Desportes acompañó a Luis XIV (1638-1715), primero en alojar a sus mascotas en sus instalaciones privadas, a una cacería para inmortalizar a sus perritas favoritas con actitudes naturales.
Las aves fueron incluidas con frecuencia en los retratos reales y se convirtieron en el elemento distintivo de la colección de animales de Luis XIV, ya que ayudaban a proyectar una imagen pacífica en las relaciones del llamado Rey Sol.
Los cuadros de esta exposición muestran la abundancia de monos que había en Versalles, aunque la mayor parte del tiempo permanecieron confinados en los apartamentos y estaban ausentes de la esfera pública, pues eran considerados juguetes para niños y mujeres.
PASIÓN POR LAS CARPAS
Una de las pasiones poco conocidas de Luis XIV era su gusto por las carpas coloridas, a las que observaba cómo bailaban en el estanque, alimentaba con sus propias manos y daba nombre a cada una de ellas.
Esta exposición hace especial hincapié en el valor que poseían los animales en Versalles, en contra de la teoría cartesiana que apostaba por reducir a estos seres a engranajes mecánicos, lo que les negaba cualquier forma de inteligencia y sensibilidad.
Una de sus obras «excepcionales» es el elefante disecado que fue entregado en 1668 a Luis XIV por el futuro rey de Portugal, Pedro II, y que ahora regresa a este palacio después de que Napoleón mandara los restos del animal al Museo de Historia Natural de Pavía (Italia), donde se conserva desde el siglo XIX.
Este elefante procedente del Congo se encontraba en el zoo de Versalles, un establecimiento construido entre 1662 y 1664 que albergaba animales raros que suscitaban la sorpresa de los visitantes a la corte, y que ha sido reconstruido con una maqueta.
La muestra, abierta al público hasta mediados de febrero, incluye candelabros, cajas y trineos del siglo XVIII decorados con motivos de animales, que van desde los más familiares, como los gatos, hasta los más exóticos, como tigres y leones. EFE