VALENCIA.- La doctora en Filosofía Maite Larrauri asegura que, si hay una cosa clara de la crisis del coronavirus, es que «la vida nos va a cambiar», pues incluso en el supuesto de que dentro de un año o un año medio se recuperara «una supuesta normalidad», no cree que fuera «una vuelta atrás».
Larrauri (València, 1950) señala en esta entrevista «cualquier catástrofe puede ser una oportunidad» para cambiar, y afirma que no sabe si de esta situación saldrá «una reflexión colectiva que lleve a mejor», aunque «a lo mejor se da un cambio, un giro de timón, ojalá que para bien».
«Pero creo que también va comportar muchos sufrimientos, y muchas pérdidas», advierte esta divulgadora, que admite que «nadie» estaba preparado para esto: «Nos ha pillado a todos sin saber nada», asevera.
Maite Larrauri coincide con otros pensadores en que habrá «un antes y un después» del coronavirus, tanto en el ámbito colectivo como en el privado, pero matiza que algunos cambios serán «para bien» y otros «para mal».
Alerta de que, en la política, España ha dado muestras «absolutamente deleznables en las formas de comportamiento», pues en su opinión hay que estar detrás del Gobierno y apoyarlo «totalmente», para que actúe sin pensar que habrá «algún cretino» que «a la primera que se equivoque va a querer tirársele a la yugular».
«Eso es un ejemplo pésimo del comportamiento de la oposición en este país», afirma la filósofa, quien reivindica que, a nivel de dirección de la sociedad, a nivel político, se debería «tomar ejemplo» de las iniciativas solidarias «fantásticas» que están surgiendo en el ámbito social.
«La sociedad por abajo tiene un comportamiento muchísimo mejor; somos mejores cuando ocupamos posiciones más humildes o más pegadas a la realidad, y sabemos ponernos de acuerdo», manifiesta.
Larrauri destaca la «incertidumbre» con la que la sociedad está viviendo esta situación que es «totalmente nueva, inesperada», pues, aunque se viera que en Italia había casos y se pensara que aquí podía pasar lo mismo, «todo ha sido muy precipitado y muy rápido».
Lo compara incluso con la situación que se vivió en la Primera Guerra Mundial, que «tampoco se esperaba nadie» y la gente «había hechos otros planes», como estar tranquilamente en la playa ese verano cuando se conoció que había empezado el conflicto bélico, como narró Stefan Zweig.
Admite que, al igual que la mayoría de la sociedad, vive esta situación «con tristeza, con hastío, con ganas de salir a la calle», si bien al mismo tiempo lo hace «con curiosidad», pues en su opinión esto es «un desafío».
Larrauri, que está jubilada, pero durante más tres décadas impartió clases de Filosofía en un instituto de València, indica que siempre ha defendido que la enseñanza tenía que ser «más personalizada» y que no se podía tener «a tanta gente en el aula», algo que ahora habrá que plantearse, sobre todo si puede haber una segunda oleada del virus.
Para esta filósofa, los retos más inmediatos pasan por poner «toda nuestra inteligencia y nuestra buena voluntad en resolver algunas cosas», pues por ejemplo se tiene la oportunidad de que, por primera vez, la investigación «del mundo entero se aúne para encontrar una vacuna y un remedio al virus».
Autora de una colección de libros de «Filosofía para profanos», Larrauri destaca: «No vas a encontrar la respuesta al virus en un libro de Filosofía, claro está», pero «siempre ayuda», porque pensar y darles vueltas a las cosas permite tener «la satisfacción de sentirte capaz de entender».
En un ámbito más personal, confiesa que ahora que va a cumplir 70 años no le gusta el discurso que pretende tener «entre algodones» a los mayores de 65, a los que se les dice que «si salen de casa se morirán». «Tampoco me quedan tantos años de vida, tengo que enfrentarme a la muerte de alguna manera», asevera.
EFE