La actriz mexicana de 87 años , Adela Peralta, quien soportó 32 horas bajo los escombros, con dos fracturas en la columna y heridas en el esófago, relató su estremecedora experiencia desde el hospital donde se recupera.
La octogenaria sobreviviente que pide «maquillaje, cámaras y acción» para relatar su testimonio conectada a numerosos aparatos médicos, declaró sonriente: «Estoy viva y a las vivas».
Antes de relatar su aparición entre las ruinas cuando los rescatistas ya la daban por muerta, la abuela pide que le pinten los labios y la adornen con un glamoroso sombrero y estola atigrada.
«Luces, cámaras, ¡acción!», clama con humor la polifacética mujer, para contestar, entusiasta, las preguntas.
A lo largo de su fructífera vida, Adela ha sido vedette, humorista, maga, madre de tres hijos, feminista comprometida y hasta campeona mundial de pesca. En México es la payasita más veterana gracias a Tiki Tiki, el personaje de nariz roja con el que hace reír a los niños.
Ahora, después de su maratónica resistencia bajo los escombros tras el sismo de 7,1 grados que sacudió a México el 19 de septiembre, Adela detenta un nuevo título: «Soy un milagro de Dios», asegura.
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El edificio donde vivía, en el extremo sur de Ciudad de México, resultó intacto tras el devastador sismo de 8,1 grados en 1985, que dejó más de 10.000 muertos en el país.
Pero el temblor de la semana pasada —que hasta ahora deja más de 330 muertos— lo redujo a escombros, dejando su departamento de planta baja enterrado bajo una montaña de polvo.
Salir con vida de ahí representó una carrera de resistencia contra el tiempo, el escepticismo y el dolor.
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«Cuando empezó a temblar, enfrente de mí tenía un espejo del tamaño de toda la pared y se desprendió una piedrota como de metro y medio y la puerta de la cocina tapó la entrada del departamento. Se apagó la luz y yo quedé recargada en una posición muy incómoda, nunca logré sentarme bien durante las 32 horas», relata Adela con gran lucidez.
Explic{o que en la interminable espera, tuvo alucinaciones con cachorros y niños jugando. También se preocupaba por su familia.
«Pensaba en mis hijos, los tres, y pensaba yo, ¿vivirán? Oraba y oraba», asegura.
Para soportar la angustiante espera frente a las ruinas, Sara tomó la varita mágica de su mamá esperando que apareciera. «¡Bibidi babidi bu!, que Tiki Tiki aparezca aquí», clamaba apuntando la varita hacia los escombros.
«Creían que me había dado un ataque de histeria», confiesa Sara riéndose.
Treinta horas después del sismo, los rescatistas ya no registraban señales de vida y solo esperaban encontrar el cadáver de Adela, la última persona que quedaba bajo los escombros.
La misión de recuperar el cuerpo parecía tan imposible que muchos sugirieron retirar a los rescatistas e intervenir con maquinaria pesada para remover rápidamente las ruinas.
«Yo me puse como una perra», para evitar que eso sucediera, reconoce Sara.
Repentinamente, entre la oscuridad, Adela escuchó una voz que le dijo: «Señora, no se vaya de aquí, la vamos a sacar».
«Y yo me dije, ¿a dónde me podría ir, si no me puedo ni parar?», relata Adela bromeando.
«¡Está viva, está viva!», decían eufóricos los socorristas, al ver la cabeza blanca salir por un estrecho orificio entre rocas y retorcidas varillas de metal. Un estremecedor coro de ovaciones y aplausos respondió.
El hallazgo de la abuela quedó inmortalizado en un video filmado el 20 de septiembre por uno de los bomberos que participó del rescate. (ECHA- Agencias)