Miley Cyrus señala a Hannah Montana como su fase más escandalosa

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En cuatro años, Miley Cyrus ha pasado de balancearse desnuda sobre una bola de demolición, chupar martillos y hacer bicicleta estática en tanga a presentarse ante el mundo con un par de coletas y un vaporoso vestido blanco en el videoclip de su nuevo sencillo ‘Malibu‘.

Mientras el público trata de asimilar a esta nueva Miley y espera con ansia para descubrir si en breve volverá o no las andadas, la cantante sigue preguntándose a sí misma cómo nadie se ha dado cuenta de que, en realidad, su etapa más escandalosa quedó atrás cuando abandonó la factoría Disney.

Y es que desde su punto de vista, nada de lo que ha hecho tras despedirse del personaje de Hannah Montana podrá ser nunca más inquietante o pertubador que el hecho de que la ‘disfrazaran’ como a una adulta antes de haberse convertido siquiera oficialmente en una adolescente.

«La gente se llevó las manos a la cabeza por algunas de las cosas que hice. Debería haber producido un escándalo mucho mayor que, con 11 y 12 años me peinaran y me maquillaran como a una mujer adulta, con peluca incluida, y que me vistieran con ropa elegida por un grupo de hombres mayores. No quería ser una persona que guardara odio a nadie, porque quiero a todo el mundo. Pero al final se convirtió en algo que se esperaba de mí… A ver, yo no quería ser la chica de la que se esperaba que enseñara las te*as en todos los reportajes fotográficos y sacara la lengua. Al principio pensaba que era una forma de decirle al mundo: ‘Que os jo*an, las chicas deberían ser libres de hacer lo que quieran’. Pero es cierto que llegado un punto sí que me sentí sexualizada», reconoce la artista en una entrevista en profundidad a Harper’s Bazaar.

Sobre el último giro que ha dado su imagen de cara al lanzamiento de su nuevo disco de estudio, Miley le resta importancia a todo el asunto alegando que como cualquier otra veinteañera sus gustos cambian con tal rapidez que hasta a ella le cuesta acordarse de todas sus ‘fases’.

«Creo que simplemente estoy tratando de descubrir quién soy a tanta velocidad que hasta a mí me cuesta mantenerme al día», explica sin darle más vueltas.

Para muchos, el antes y el después en la carrera de la antigua estrella infantil lo marcó su sensual twerking contra la entrepierna de Robin Thicke en la gala de los MTV VMAs de 2013, tras lo cual muchos la elevaron a la categoría de una nueva Madonna por su gusto por la provocación y otros la acusaron de buscar generar polémica -y obtener publicidad- a golpe de vulgaridad. Se tratara o no de una cuidada estrategia publicitaria para librarse de su imagen más dulcificada, lo que está claro es que le hizo ganar toda una nueva base de admiradores y le costó otra parte de sus antiguos fans, al pasar a ser considerada una mala influencia para las jóvenes.

En ese sentido, la artista reacciona casi con resignación cuando sale a relucir el tema, afirmando por enésima vez que únicamente puede tratar de permanecer fiel misma, lo que en su humilde opinión no deja de resultar admirable en una industria tan competitiva y manipuladora como la de la música.

«¿Cómo cojo*es se supone que puedo ser el modelo a seguir que se espera que sea? Y sí, he utilizado la palabra ‘modelo a seguir’. ¿A quién mi*rda le importa? El que antes enseñara las te*as no me convierte en un ejemplo peor. Creo que he conseguido mostrar a muchas personas que pueden ser ellas mismas. Creo que lo más importante para mí, en esta pequeña fase de transición en mi carrera, es que me importa una mi*rda si soy o no ‘cool’. Solo quiero ser yo misma», recalca.

Fuente: Bang Media/Fotos interenet-medios

 

 

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