Uchuraccay es el pueblo donde las piedras tienen vida y juegan entre el viento y los quinuales, a 4 mil metros de altura, en la puna ayacuchana. Toda construcción tiene piedras, utilizadas para moler granos y como arma de defensa. Las mismas piedras que hace 34 años encontraron ocho periodistas, antes de convertirse en mártires al perseguir la verdad.
“El sacrificio de los periodistas en Uchuraccay representa la función de la prensa libre que busca la verdad. Como Estado asumimos nuestro el dolor de sus familiares”, señala la ministra María Soledad Pérez Tello y un minuto de silencio rompe el frío ayacuchano.
El recuerdo de la tragedia lo traza la ruta de los mártires, 4 horas entre Huamanga y la comunidad, hoy distrito de la provincia de Huanta, otro pueblo de flores y lágrimas heredadas de la violencia que estalló en los años ochenta.
Por el camino de trocha y piedras –no existe carretera- llegó la ministra junto a periodistas, alcaldes y la autoridad regional. Primero a Tambo, después a Huayao, donde en 1992 terroristas asesinaron a 47 campesinos, y donde recién en 2015 se pudieron enterrar a 34 víctimas.
“De alturas venían y nos mataban, nuestros animales se los llevaban, peligroso era”. Amalia Montero sobrevivió a la matanza que según un efectivo militar presente hoy dejó casas quemadas y al pueblo como un cementerio vivo en la frontera ayacuchana.
Apenas seis familias se quedaron de pie en Huayao.
El santuario de Uchuraccay
La traducción de Uchuraccay es “cerco de piedras y ají”, aseguran sus pobladores sobre las mismas piedras que pisan hoy los visitantes: periodistas, alcaldes, presidente regional y la ministra, primera miembro de un gabinete de gobierno en llegar para recordar a los valientes hombres de prensa.
Mario Benedetti escribió que la muerte es solo un síntoma de que hubo vida. Al llegar a Uchuraccay, el recuerdo de Jorge Sedano, Eduardo de la Pinella, Pedro Sánchez, Félix Gavilán, Jorge Luis Mendívil, Willy Retto, Amador García y Octavio Infante permanece intacto.
La ministra inaugura el Santuario Ecológico sobre las piedras y siembra un quinual. Aquí estaba la plaza del antiguo pueblo y alrededor pocos adobes, como olvidados mausoleos andinos.
“Este santuario es en memoria de quienes entregaron su vida por la paz. Como autoridad nuestro compromiso es acompañar a viudas, familiares y población. Jamás olvidemos a estos periodistas capaces de entregar su vida por la verdad, una verdad que debió ser buscada por el Estado”, señala la ministra.
Está la hija de Gavilán, la hermana del guía Juan Argumedo, la congresista Tania Pariona que creció con esta historia, los hijos de antiguos comuneros, los periodistas que caminaron 8 horas desde la capital y mamá Adelina, de la histórica ANFASEP. Todos recuerdan…
Desarrollo sobre piedras
Los rostros de los uchuraccaínos nos dicen que efectivamente, aquí hubo muerte y hoy hay vida. El distrito se creó en 2014 recién y sus 5,300 habitantes tienen un colegio y una posta médica. No hay agua ni desague y cero infraestructura.
Pero hay proyectos serios para el nuevo pueblo ubicado sobre una colina cerca al antiguo, y la ministra toma nota para trasladarlos al Ejecutivo. El sector continuará con la tarea de reparar a víctimas de la violencia.
El 2016 el Estado destinó 8 millones y medio de soles a reparaciones colectivas, que en Ayacucho impactan a 40 mil personas en actividades productivas. Los defensores públicos del Minjus llegaron a Uchuraccay para conocer los problemas de las familias y destinarlos a los centros de atención legal gratuita.
En febrero la ministra llegará a Accomarca, otra comunidad que sufrió la tragedia de perder a sus hijos en una matanza sin sentido. Y también a Soras. Por hoy, aquí termina el camino a Uchuraccay, donde –como la frase bíblica- sus piedras gritarán por paz y desarrollo si alguien calla.