BRASILIA.- Las duras reformas contra las que este viernes fue realizada una huelga general en Brasil no complacen a toda la base política del gobierno de Michel Temer, según reconoció el ministro de la Secretaría de Gobierno, Antonio Imbassahy.
«Hay un tipo de inquietud», que ha «aumentado», y «parlamentarios de la base oficialista que no están conformes», admitió el ministro en una entrevista que publica hoy el diario O Estado de Sao Paulo.
Imbassahy aseguró que el Ejecutivo debe «trabajar» y «dialogar» con su poderosa base parlamentaria a fin de evitar rupturas.
Sin embargo, también aclaró que no se aceptará que continúen en diversos cargos del poder público aquellos políticos que han sido recomendados por legisladores «con cuyo voto no se pueda contar».
El ministro no le puso nombres a los disconformes, pero entre ellos se sitúan el partido Solidaridad, de extracción sindical y uno de los promotores de la huelga general realizada este viernes, que según el gobierno fue un «fracaso» y que para los gremios obreros contó con la adhesión del 45 % de la masa laboral.
Desde que sustituyó en la Presidencia a Dilma Rousseff, quien fue destituida en agosto pasado por irregularidades en el manejo de los presupuestos, Temer ha promovido una serie de duras reformas, sobre las que afirma que son la clave de la recuperación económica del país, tras dos años de profunda recesión.
Sin embargo, el carácter impopular de esas reformas, que afectan al gasto público, al mercado laboral y al régimen de jubilaciones, ha inquietado a la base política del gobierno, en la que pudieran surgir algunas grietas.
Además del partido Solidaridad, que impulsó la huelga general de este viernes, también ha amenazado con desembarcar del gobierno el Partido Socialista Brasileño (PSB), que ha manifestado su oposición a las reformas laboral y del sistema de jubilaciones.
El malestar ha surgido hasta en el propio Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), que lidera el propio mandatario y es la principal base de sustentación del gobierno.
Esta semana, antes de la huelga contra las reformas, el jefe del grupo del PMDB en el Senado, Renán Calheiros, quien presidió esa Cámara hasta febrero pasado, desafió al Gobierno y afirmó que las reformas laboral y de las jubilaciones «no pasarán».
Según Calheiros, esas iniciativas «solo interesan a la banca, son rechazadas en peso por la población» y hasta «avergüenzan a la base del propio gobierno».
Temer, sin embargo, sostiene que esas medidas son claves para «modernizar» la legislación laboral, transmitir confianza a los inversores, impedir la quiebra del deficitario régimen de pensiones y jubilaciones y devolver así el equilibrio a la maltrecha economía del país.
También afirma que esas medidas permitirán combatir en forma efectiva el desempleo, que según datos oficiales difundidos este viernes llegó en el primer trimestre del año al 13,7 %, lo que supone que 14,2 millones de brasileños están sin trabajo.
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