CIUDAD JUÁREZ (MÉXICO).- Cientos de seguidores del cantautor mexicano Juan Gabriel, fallecido el domingo pasado en Santa Mónica (EEUU), esperan hoy al ritmo de sus canciones la llegada de sus cenizas procedentes de El Paso, Texas (Estados Unidos).
Desde primera hora de la mañana comenzaron a llegar familias enteras con sillas y sombrillas para apaciguar los efectos del sol inclemente durante la larga espera.
El objetivo: estar en primera fila para presenciar la misa que esta noche oficiará el obispo de Ciudad Juárez, José Guadalupe Torres, en la casa del autor de éxitos como «Amor Eterno», «Querida» y «Yo no nací para amar», ubicada en la Avenida 16 de Septiembre.
Aunque la mayoría son juarenses, también han llegado de todos los rincones de la geografía mexicana como Torreón (Coahuila), Monterrey (Nuevo León) y Ciudad de México.
Un grupo de cuatro mujeres pertenecientes a un club de fans del artista llegó hasta la residencia para darle el último adiós al «Divo de Juárez», al que vieron en múltiples ocasiones.
Todas presumen las fotos que a lo largo de su vida se tomaron con el intérprete, incluida una de la fiesta a la que asistieron en la residencia del compositor de más de 1,500 canciones en el balneario mexicano de Cancún con motivo de su cumpleaños.
«Nosotras admiramos a Juan Gabriel, lo respetamos», dice a Efe una de las mujeres, todas orgullosas de haber formado parte del selecto grupo que participó en aquella velada.
Guillermina Valdés resume lo que piensan muchos de los admiradores de «Juanga», como cariñosamente le llaman los mexicanos: la tenacidad del artista para alcanzar su sueño, pese a los muchos obstáculos que se le presentaron en el camino.
«Tuvo que pasar por muchas cosas como ofensas y malos tratos llegar hasta donde llegó», dice Valdés al recordar que desde muy joven el artista cargaba cables y ayudaba a los músicos de los salones de baile para que le dieran la oportunidad de cantar.
«Cuando se llega a una meta muy fácilmente» esta se desvanece muy rápido, «él nunca perdió de vista lo que quería, así sufriera o pasara lo que pasara», y encontró en Juárez «a gente que lo cobijó, que lo arropó y lo apapachó para seguir adelante», sostiene.
Mientras sus admiradores entonan sus canciones, llegan a la casa de Juan Gabriel coronas de flores enviadas por sus amigos.