WASHINGTON.- El que fue marcado en los calendarios como el debate estrella de los candidatos demócratas a la Casa Blanca hasta la fecha, con todos los favoritos por primera vez juntos sobre el mismo escenario, transcurrió en Houston (Texas) sin que ninguno de ellos sobresaliese.
El exvicepresidente Joe Biden, que lidera todas las encuestas, enfrentaba el enorme reto de medirse con el resto de cabezas de cartel: los senadores Bernie Sanders, Elizabeth Warren y Kamala Harris, además de otros cinco fuertes candidatos que esperaban tener su «momentum», un minuto de gloria que los catapultase.
A la hora de la verdad, pese a algunos ataques puntuales contra Biden, los candidatos surfearon el debate sin arriesgar y ninguno logró sobresalir por encima del resto, con el exvicepresidente de Barack Obama ileso pese a sus ya habituales despistes.
Sanders y Warren, los más izquierdistas, mantuvieron su pacto tácito de no agresión con el que van de la mano en el tema de la salud, el que más preocupa al electorado demócrata y para el que proponen un rompedor sistema público conocido como «Medicare for all» que entierre el jugoso negocio de los seguros privados.
«Nunca he conocido a nadie que le guste su aseguradora», dijo Warren en respuesta al resto de los demócratas, que defienden expandir el sistema público vigente pero sin hacerlo universal.
Pese a que la salud ocupó los primeros 45 minutos de un debate que volvió a durar casi tres horas, fue el empresario Andrew Yang, el único sin experiencia política previa, quien atrajo el protagonismo nada más empezar.
Yang dijo que regalará 1.000 dólares al mes durante los próximos 12 meses -hasta las elecciones- a diez familias estadounidenses, será una cata del plan estrella ya conocido del empresario: que el gobierno gire 1.000 dólares al mes a todos los mayores de 18 años con independencia de si tienen o no trabajo.
La senadora Amy Klobuchar respondió al anuncio con notoria burla mientras que el alcalde de South Bend (Indiana), Pete Buttigieg, también ironizó con la propuesta de Yang, al que el resto de candidatos no parece tomarse en serio pese a que ocupa la sexta posición en intención de voto.
La política exterior ocupó también un lugar destacado en el debate de este jueves, con la guerra de Afganistán, la más larga que ha librado nunca EE.UU., como la principal de las preocupaciones internacionales y con la visión extendida de que ha llegado el momento de retirar las tropas.
«Lo que estamos haciendo en Afganistán no está ayudando a la seguridad en Estados Unidos, a la seguridad en el mundo o a la seguridad en Afganistán. No podemos pedir a nuestros militares que sigan resolviendo problemas que no se pueden resolver militarmente», manifestó Warren.
A Sanders, el polémico periodista Jorge Ramos, que ejercía como uno de los moderadores, le instó a calificar de «dictador» al presidente venezolano, Nicolás Maduro, lo que el izquierdista no hizo aunque sí le llamó «tirano» y dijo que hay que ejercer presión internacional para que se convoquen «elecciones libres».
Quién sí recogió el guante de Ramos y calificó de «dictador» a Maduro fue el exministro de Vivienda y único latino en las primarias, Julián Castro, que propuso un programa temporal de alivio migratorio conocido como TPS para los venezolanos en Estados Unidos.
Castro también propuso un «Plan Marshall del siglo XXI» para los países del Triángulo Norte (El Salvador, Honduras y Guatemala), así como un renovado foco sobre América Latina.
Entretanto, el ex congresista Beto O’Rourke, hundido en intención de voto en las encuestas, se hizo fuerte con sus propuestas sobre restricción al acceso de armas, que se ha convertido en su monotema desde el tiroteo con 22 muertos de principios de agosto en El Paso (Texas), su ciudad.
«Si es un arma diseñada para matar en el campo de batalla (…) claro que sí, vamos a requisar tu AR-15, tu AK-47», aseguró O’Rourke.
EFE/Foto: heraldo.es