Como el discípulo que ansía superar al maestro, Neymar rebasó hoy a Lionel Messi en todas las facetas del juego y dejó al «10» de Argentina cabizbajo y con el miedo en el cuerpo de no clasificar para el que sería su último Mundial, el de Rusia 2018, en plenitud física.
El brasileño estuvo más participativo, incisivo y acertado de cara a la portería rival, pues anotó su gol número 50 con la Canarinha en el estadio Mineirao de Belo Horizonte, donde no se jugaba desde la humillante derrota sufrida ante Alemania por 1-7 en la semifinal del Mundial de 2014.
Las dos estrellas del Barcelona coincidieron hoy en un par de ocasiones durante el primer tiempo en las que quedó de manifiesto la chispa y el empuje del brasileño, primero para ganarle una carrera y después para hacerle una falta y de paso marcar el territorio.
Más suelto, Neymar, escorado la mayor parte del tiempo en el flanco izquierdo, buscó combinar rápido en el menor número de toques posible y gracias a esa filosofía llegó el primer gol de la pentacampeona del mundo.
Las portadas se las llevará el trallazo cruzado de Coutinho que se coló por la escuadra de Alisson, pero la sutil dejada de Neymar saltando toda una línea defensiva y dejando libre de marca a su compañero, también es más que reseñable.
Con el primer gol, Messi empezó a agachar la cabeza y a sentir el peso de las tres últimas grandes finales perdidas con la Albiceleste: el Mundial de Brasil 2014, la Copa América de Chile 2015 y la Copa América Centenario 2016, donde dijo que ya no iba a volver a enfundarse la elástica nacional, pero luego se arrepintió.
El astro argentino estuvo incómodo durante todo el partido, férreamente marcado por Fernandinho y Paulinho más un tercer hombre de la zaga que también ayudó en llevarle al suelo en el menor tiempo posible.
Protestó airadamente una segunda amarilla para Fernandinho, lanzó dos faltas a la barrera en la frontal del área y ahí se acabó Messi, en el círculo central, donde recibía siempre el balón para intentar organizar el juego de un equipo inconexo.
La claudicación del cinco veces Balón de Oro se ejemplificó cuando Neymar, extra motivado, pasó como un rayo a escasos metros, y el argentino, impávido, ni siquiera le encimó para quitarle el esférico, únicamente le siguió con la mirada.
Luego llegó el gol del «10» brasileño al filo del descanso para certificar su superioridad. Sin ponerse nervioso, batió en el mano a mano a Sergio Romero y le dijo simbólicamente a Messi: «Aquí estoy yo».
Con el tercer tanto de Brasil, obra de Paulinho, la cara del astro de Rosario abrazando la pelota y cerrando los ojos camino del círculo central lo decía absolutamente todo.
En la segunda mitad, los «olés» de los aficionados ‘verdeamarelos’ terminaron por socavar aún más el ánimo del considerado como el mejor futbolista de la actualidad, que ya ni se acercaba para protestar las jugadas polémicas y se convirtió en un espectador más.
Neymar, por su parte, era la otra cara de la moneda, tenía hambre y acumulaba ocasiones de gol y desbordes según avanzaba el encuentro.
Con esta derrota, la segunda consecutiva en las eliminatorias para Rusia 2018, Argentina sigue fuera de las plazas que darían derecho a disputar la competición que más ansía Messi, la única que le falta para convertirse en el mejor jugador de la historia: la Copa del Mundo.
Hoy su compañero y amigo Neymar parece estar más cerca de ella. EFE