OSLO.- El psicópata Anders Breivik, quien cumple una condena de 21 años por el asesinato de 77 personas, hizo un saludo nazi al tribunal durante un juicio de apelación sobre sus condiciones de detención, por lo que fue reprendido.
El multihomicida, condenado en el 2012 por la matanza de Utoya, ganó sin embargo en abril un juicio al Estado por sus condiciones de detención, lo que provocó estupor, en particular entre los familiares de las víctimas.
En ese entonces la Justicia concluyó en primera instancia, en abril del 2016, que el régimen de detención del ultraderechista implica un trato «inhumano» y «degradante» que violaba la Convención Europea de Derechos Humanos.
El Estado noruego, que insiste en que respetó escrupulosamente el Estado de derecho frente al peor ataque en su territorio desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, apeló inmediatamente la decisión.
En prisión, el extremista de 37 años dispone de condiciones confortables con tres celdas en donde puede ver televisión, jugar a videojuegos o utilizar aparatos para hacer gimnasia, disponer de una computadora y leer diarios y revistas.
Pero la Justicia llegó a la conclusión de que su régimen de aislamiento prolongado y la ausencia de medidas para compensar este régimen severo constituyen un trato «inhumano» y «degradante».
En cinco años y medio de detención, el extremista sólo tuvo contacto con custodios de la prisión, abogados, personal de salud, religiosos, siempre detrás de una pared de vidrio y con la excepción de una breve visita de su madre antes de su fallecimiento.
Las conclusiones de la Justicia también cuestionaban los cacheos corporales potencialmente «humillantes», el uso sistemático de las esposas y en los primeros momentos de su detención que lo despertaran regularmente durante la noche.
Este nuevo juicio corre el riesgo de volver a abrir en Noruega la cicatriz de este ataque. Breivik acostumbra provocar públicamente.
El 22 de julio del 2011, Breivik había perseguido durante más de una hora a los participantes de un campamento de verano de la Juventud Laborista, atrapados en la isla de Utoya. El ultraderechista asesinó a 69, en su mayoría adolescentes.
Un poco antes había matado a ocho personas haciendo estallar una bomba cerca de la sede del gobierno en Oslo.
Este martes, como ya había hecho al comenzar el juicio en primera instancia, Breivik ingresó al gimnasio de la prisión de Skien, donde se desarrolla el proceso, haciendo un saludo nazi en dirección de la prensa, un gesto hiriente para los familiares de las víctimas.
El ademán le valió inmediatamente una reprimenda. «Es un comportamiento insultante hacia la dignidad de la corte y que perturba lo que debemos examinar», declaró el juez Oystein Hermansen, que preside los seis días de procedimiento. (ECHA – Agencias)