NACIONES UNIDAS.- La Asamblea General de la ONU centra de nuevo esta semana la atención internacional con la celebración de su debate general, una cita anual que reúne a gran parte de los principales líderes políticos de todo el mundo y que habitualmente sirve como termómetro de las preocupaciones y los desafíos globales y de excusa para foros y reuniones de primer nivel.
Los discursos arrancarán este martes de la mano de los principales responsables de Naciones Unidas, si bien como viene siendo tradición desde 1955 será Brasil el primer país en subirse a la tribuna. El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, ha confirmado su asistencia a una cita a la que vuelve tras recuperar el poder a principios de año en el gigante sudamericano.
La tradición marca que Estados Unidos es el segundo país en tomar la palabra –también en este caso acudirá el presidente Joe Biden–, si bien en 2016 y en 2018 se adelantaron Chad y Ecuador, en ambos casos por el retraso en la llegada del mandatario norteamericano.
Será la septuagésimo octava edición de un debate que este año aspira a contar con la presencia del presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, que ha aumentado sus viajes al exterior pese al conflicto. La delegación rusa la encabezará por tercer año consecutivo el ministro de Exteriores, Sergei Lavrov, ya que el presidente Vladimir Putin ha vuelto a declinar su asistencia.
Tampoco estarán presentes habituales como el presidente de Francia, Emmanuel Macron, que recibe en visita de Estado al rey Carlos III, mientras que por parte de China acudirá el vicepresidente, Han Zheng, y no el principal responsable político del país, Xi Jinping, ausente de la reciente cumbre del G20 en India.
El secretario general de la ONU, António Guterres, ha evitado valorar la importancia del momento en función de los galones de quienes acudan, ya que «no es una feria de vanidades». «Este es un organismo político en el que están representados los gobiernos», ha destacado Guterres, en una entrevista con el servicio de noticias de Naciones Unidas en la que ha dejado entrever algunos de los ejes que espera discutir en próximos días, como el cambio climático o la reforma del sistema financiero global.
Sin embargo, los discursos previsiblemente darán pie a otros asuntos de la actualidad internacional como pueden ser la ofensiva militar rusa sobre Ucrania, la inestabilidad política en el Sahel o históricas reivindicaciones como la reforma del sistema de Naciones Unidas, caballo recurrente de batalla para las naciones emergentes.
En la Asamblea General de la ONU están representados los 193 Estados miembro, pero ‘de facto’ no tiene el control ejecutivo, que recae en el Consejo de Seguridad. Este último órgano sigue marcado por las reglas del juego establecidas tras la Segunda Guerra Mundial y según las cuales el Consejo de Seguridad está formado únicamente por 15 miembros y cinco de ellos –Estados Unidos, Rusia, China, Francia y Reino Unido– tienen derecho de veto.
MOMENTOS HISTÓRICOS
Al margen del contenido de los discursos, la Asamblea General de Naciones Unidas también ha dejado imágenes y discursos para la historia, como el «huele a azufre» proclamado por el venezolano Hugo Chávez desde el atril en 2006, o las cuatro horas y media que dedicó el cubano Fidel Castro a cargar contra el capitalismo y Estados Unidos en 1960.
El dirigente soviético Nikita Jrushchov protagonizó en 1960 otra de las imágenes peculiares de la historia de la Asamblea General. Enfadado por las declaraciones de un representante filipino que cargaba contra el imperialismo de la URSS, Jrushchov golpeó la mesa no sólo con sus manos, sino también con uno de sus zapatos.
Texto y foto Europa Press
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