Como muchos otros, Owen Jones (Sheffield, Inglaterra, 1984) considera que 2016 ha sido “una mierda de año”. Mientras bebe una cerveza en el bar de un hotel de la capital portuguesa, donde se encuentra para participar en el Web Summit –la macroconferencia de tecnología y start-ups–, el joven periodista de The Guardian y conocido gurú británico de Podemos enumera la serie de desastres políticos que han tenido lugar en apenas seis meses, todos duros reveses electorales en los que las urnas dieron resultados inesperados.
“Primero, claro, el voto del Brexit”, dice con un suspiro de frustración. “Lo veía venir –no conseguía imaginar a la gente con la que crecí, todos trabajadores de clase obrera, levantándose por la mañana, vistiéndose y acudiendo a las urnas para votar a favor de seguir en la Unión–, pero aun así no me lo esperaba”.
“Luego, las segundas elecciones en España, en las que parecía que Podemos había ganado cuando se publicaron los sondeos a pie de urna, y luego resultó que Rajoy se había hecho con la victoria. Lo mismo con el referéndum para aprobar el tratado de paz con las FARC en Colombia, y ahora la victoria de Trump en Estados Unidos… ¡Vaya mierda de año!”.
El periodista habla con CTXT sobre la situación en Reino Unido donde, seis meses después de la aprobación del Brexit, han aumentado los asaltos a las minorías por parte de un sector racista que ve los resultados electorales como una reivindicación de su odio.
Casi medio año después de la aprobación del Brexit, ¿por qué cree que sus compatriotas decidieron votar a favor de salir de la Unión?
El Brexit apenas tuvo que ver con la UE. Quienes votaron en contra de la Unión no sabían lo que era. Por eso es difícil responder sobre por qué querían salir de la UE; la mayoría ni pensaba en ese tema cuando acudió a las urnas. La motivación era diferente, era una imperativa perversa que exigía “retomar el control”… Sin entrar en detalles sobre el tipo de control al que se referían, ni quienes supuestamente lo tenían en la actualidad. Este voto sirvió para dejar en evidencia las diferencias que todos sabemos que están presentes en las sociedades occidentales. La división entre jóvenes y viejos, zonas urbanas y rurales, personas con educación universitaria y quienes no han tenido esa fortuna, naciones versus Estados. La campaña a favor del Brexit apeló al argumento del odio para ganar, aprovechándose del resentimiento de la clase obrera británica, la gente que más sufrió los efectos negativos de la globalización. Lo trágico es que este grupo ha decidido expresar ese descontento votando a favor de algo que les hará incluso más pobres en el futuro.
¿Qué papel jugaron el racismo y la xenofobia en los resultados?
El peso del odio fue decisivo. Los políticos pro-Brexit difundieron mentiras: aseguraron que sólo nos estaban llegando criminales desde fuera, sugirieron que Turquía iba a entrar en la UE en breve y que el Reino Unido se vería inundado por inmigrantes de Oriente Próximo, islamistas, terroristas. Boris Johnson [el nuevo ministro de Asuntos Extranjeros bajo el Gobierno de Theresa May] fue uno de los defensores más feroces de este tipo de retórica; cuando Barack Obama apeló a favor de la continuidad dentro de la UE, Johnson utilizó los argumentos de Donald Trump y afirmó que Obama era un keniata que odiaba al viejo Imperio Británico.
Yo crecí en Stockport, un pueblo obrero cerca de Manchester. La gente de esa zona votó en masa a favor del Brexit porque querían echar a los inmigrantes. Es una motivación absurda porque en esa parte del Reino Unido apenas hay extranjeros, los inmigrantes suponen sólo el 2% de los habitantes de esa región. Irónicamente, las zonas con mayores concentraciones de inmigrantes votaron abrumadoramente en contra del Brexit, mientras que las que menos tienen votaron a favor.
¿La izquierda británica tiene parte de culpa por la victoria del Brexit?
Sí, absolutamente. La clase obrera británica sufre graves problemas hoy en día: el paro es alto porque han desaparecido los trabajos industriales, no hay viviendas asequibles, faltan servicios sociales… Son políticas que han ido creando los sucesivos gobiernos conservadores, pero la izquierda no ha sabido acabar con ellas. Lo peor, sin embargo, es que los laboristas han dejado de comunicarse con estas personas, que antiguamente eran su base. Les han ignorado, y primeros ministros como Tony Blair han legislado en contra de ellos. No sorprende que no hayan conseguido convencerles con este último referéndum.
¿Cómo ha cambiado el país desde la victoria del Sí en el referéndum?
Hoy Reino Unido es un sitio donde las minorías pasan miedo. El 23 de junio se celebraron las elecciones del odio. La mayoría de los británicos no son racistas, pero los que sí lo son vieron la victoria del Sí como una validación de su odio. Ahora consideran que tienen un mandato para expresar ese odio, mediante palabras y actos, abiertamente. Desde finales de junio se han multiplicado los crímenes contra los extranjeros, pero también contra minorías nativas. Se han disparado los asaltos contra homosexuales, por ejemplo.
¿Por qué cree que han aumentado los crímenes homófobos?
La extrema derecha resalta la masculinidad, el machismo como símbolo de poder. Los hombres homosexuales no encajan dentro de ese punto de vista. Los asocian con la feminidad, con la debilidad; invocan mucho el estereotipo del maricón afeminado de la izquierda. Y ahora piensan que el odio que sienten hacia los homosexuales cuenta con el visto bueno del Gobierno.
Hace dos semanas el Tribunal Supremo (TS) dictaminó que sólo el Parlamento podría activar el Artículo 50 del Tratado de Lisboa, la norma que inicia el proceso para salir de la UE. El fallo del alto tribunal se interpretó como un revés para el Gobierno May. ¿Es así?
Es un revés temporal, un pequeño obstáculo en el camino hacia el Brexit, pero no implica la derogación de los resultados del referéndum ni abre la puerta a que el Parlamento tumbe el proceso. Puede ser incómodo para May, pero los laboristas ya han declarado que no votarán contra la legislación. Se niegan a ser el partido que tumbe la decisión tomada por el pueblo. Alargará el proceso, pero el resultado será el mismo.
¿No cabe la posibilidad de que se estanque en el Parlamento y que May tenga que convocar elecciones?
No, y sólo sería de su interés convocar nuevas elecciones. En 2011 se aprobó la Ley de Parlamentos de Plazos Fijos, que básicamente prohibió las llamadas snap elections o elecciones rápidas. Antes los primeros ministros podían convocar elecciones cuando querían; ahora sólo lo pueden hacer con el apoyo de dos terceras partes del Parlamento o si pierden un voto de confianza y ningún partido logra formar Gobierno. Ahora mismo May tiene una mayoría mínima. El colapso de los laboristas implica que si se celebrasen elecciones próximamente, este ejecutivo ganaría una mayoría incluso más amplia.
¿Entonces la decisión del Supremo tiene pocas posibilidades de impacto a largo plazo?
Correcto. Pese a ello, la retórica en contra de las personas que llevaron el asunto ante el tribunal, y de los propios jueces que decidieron el caso, ha sido increíblemente dura. La abogada Gina Miller, la inmigrante que impulsó el proceso judicial, ha sido denunciada por todos los periódicos extremistas. Como consecuencia, ha recibido todo tipo de amenazas de muerte, y algunos incluso amenazan con violarla si la encuentran por la calle. El Daily Mail ha publicado fotos de los jueces, tachándoles de traidores; incluso identificó a uno de ellos como “un conocido homosexual”, como si su condición sexual fuera delito. Y luego les sorprenden que tengan lugar episodios como el asesinato de Jo Cox…
¿La diputada laborista que fue apuñalada y tiroteada una semana antes del voto del Brexit?…
Sí. El hombre que la asesinó es un tipo blanco de 52 años que gritó “¡Muerte a los traidores; libertad para Reino Unido!” cuando llegó a los juzgados. Nadie habla así. Es la retórica que aprendió de los periódicos que vendieron el Brexit antes de las elecciones, y que continúan fomentando el odio ahora. La extrema derecha ahora controla las esferas del poder y no tolera ningún tipo de disensión. Consideran que el 48% que votó a favor de la permanencia dentro de la UE no tiene legitimidad para pronunciarse, y utilizan la jerga de la extrema derecha americana, con palabras como “patriotas”. Hay algunos que incluso proponen que se considere el apoyo al Reino Unido dentro de la UE como un delito de traición. The Sun anima a los más paranoicos al asegurar que hay una conspiración de una élite compuesta por extranjeros adinerados que quieren moldear las decisiones electorales del pueblo. Es irónico porque el dueño de The Sun es el australiano Rupert Murdoch, un extranjero adinerado que ya moldea las decisiones electorales de gran parte del público británico.
¿Dónde están los laboristas en todo este proceso?
Ausentes. Los laboristas están en una situación imposible debido a un mecanismo electoral interno del partido, creado por su ala derecha para que los militantes de a pie consiguieran contrarrestar a las élites del partido, consideradas como parte de una izquierda desvinculada de la población general.
Paradójicamente, al darle el mismo peso a los votos de los militantes y al de los altos cargos, se facilitó la elección de Jeremy Corbyn, una persona que ahora mismo perdería las elecciones de manera abrumadora. Le conozco personalmente y sé que él nunca quiso ser líder; se presentó por un sentido de la obligación. Nunca anticipó este resultado y ahora lidera el partido sin tener experiencia alguna para hacerlo.
Sólo nueve meses después de su elección los laboristas promovieron una moción de censura para intentar tumbar a Corbyn, pero éste venció las primarias con una amplia mayoría. ¿Es que los laboristas carecen de un candidato viable que le pueda hacer frente?
Todavía no han dado el paso. Clive Lewis, el diputado de Norwich South, tiene grandes posibilidades. Es joven, de orígenes humildes, de raza mixta, un soldado que ha luchado en Afganistán… Sería un candidato obvio, pero lleva poco en el cargo. Entretanto, Corbyn necesita mantener el pulso y evitar que se celebren nuevas elecciones nacionales, pues si la derecha arrasa, los resultados darán alas a quienes quieren un partido laborista más conservador, eliminando la posibilidad de que exista una opción realmente progresista y de izquierdas en Reino Unido. En ese mundo el New Labour de Tony Blair se verá como una cosa casi de extrema izquierda.
¿Ha muerto UKIP?
No. Ha colapsado, perdido su liderazgo como todos los otros partidos tras el Brexit, pero Nigel Farage tiene una capacidad increíble para reinventarse. No creo que el partido desaparezca simplemente, porque ha logrado su objetivo fundamental; me da que alegarán que el Gobierno no hay ido lo suficientemente lejos con el Brexit para intentar hacerse con el poder más tarde.
¿Qué implican los cambios en Reino Unido este año para el mundo?
Más allá de lo obvio, que Reino Unido saldrá, antes o después, de la UE, lo que está pasando creo que encaja con lo que está pasando en otras partes del mundo. Estamos viviendo el auge de populismos, la mayoría de ellos de extrema derecha con tintes autoritarios. En Europa, Hungría tiene un gobierno totalitario que reprime derechos fundamentales. Polonia es aterradora porque ahí ha desaparecido la izquierda por completo, y la política se disputa entre conservadores del estilo de David Cameron enfrentados a otros conservadores más tipo UKIP. En Austria tenemos el enfrentamiento de la extrema derecha y los verdes. En Francia tienes a Le Pen. En España tienes a Podemos, un partido populista de izquierdas. Y luego tenemos a Estados Unidos y al nuevo presidente electo… Estamos viviendo una versión light de los años treinta en la que no hay un centro y el mundo se empieza a dividir entre populismos de la izquierda y otros de una extrema derecha xenófoba. Si hay otra crisis económica, cualquier extremo puede aprovecharse. La izquierda se tiene que despertar y ofrecer soluciones reales al pueblo, y lo tiene que hacer ya mismo. Nuestro continente tiene una historia muy negra, llena de guerra, tiranía, genocidio. Tenemos que aprender de los errores del pasado, y el auge de estos movimientos deja claro que no lo hemos hecho.
Se refiere a Europa como “nuestro continente”. Medio año después de la aprobación del Brexit, ¿tiene alguna esperanza de que el Reino Unido consiga volver, algún día, a la Unión?
Los resultados fueron claros: 48% a favor de seguir en la UE, 52% a favor de salir. Si los resultados hubiesen sido los opuestos, yo habría dicho, “oye, lo siento, pero es lo que es”. Digo lo mismo hoy. No podemos ponernos a organizar una vuelta; ahora mismo es el momento de organizar esta salida, que es absolutamente inevitable. Perdimos y tenemos que aceptar lo que se ha votado. Lo único que queda es ver cómo salimos, y me temo que se ha apostado por un camino que provocará muchísimo dolor para la mayoría del pueblo.
(Entrevista: Asier Ezezaguna – Ctxt.es).