Pandemia puede doblar pobreza extrema y causar crisis alimentaria en Perú

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La crisis causada por la pandemia de la covid-19 puede devenir en una crisis alimentaria provocada por un fuerte repunte de la pobreza, que en Perú devolvería al país ocho atrás con unos cuatro millones de personas nuevamente en esa condición de la que habían logrado salir en los últimos años.

La pobreza puede pasar este año del 20,2 % al 32 %, lo que equivale a más de 10,2 millones de peruanos; y la pobreza extrema doblarse de 2,9 % a 6 %, lo que supone casi 2 millones de personas que ganarían menos de 187 soles (52,40 dólares) mensuales, el mínimo indispensable para poder alimentarse en Perú durante un mes.

Así lo estimó este miércoles el profesor del departamento de economía y planificación de la Universidad Nacional Agraria de La Molina (UNALM), Miguel Ángel Alcántara, con base en los datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), que prevé una caída del 13 % del producto interior bruto (PIB) de Perú para 2020.

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En una videoconferencia sobre «Hambre y seguridad alimentaria en el contexto covid-19«, organizada por el Consorcio de Investigación Económica y Social (CIES), Alcántara apuntó que la pobreza extrema puede alcanzar este año hasta el 22 % de la población rural y al 2 % de la población urbana.

De cumplirse estos cálculos, sería la segunda vez en este milenio que sube la pobreza en Perú, después de que en 2017 se rompiese un ciclo continuado de descenso desde 2001.

«Lo más preocupante de este problema es que el año pasado ya hubo un aumento de la pobreza extrema en las ciudades. Esa es una primera señal de alarma», apuntó Alcántara.

DÉFICIT CALÓRICO CRECIENTE

El también coordinador de la Maestría de Nutrición Pública de la UNALM advirtió que aún más alarmante que el índice de pobreza extrema es el déficit calórico trimestral, que marca que a finales de 2019 el 29 % de los peruanos (más de 9 millones) no se alimentaba adecuadamente, y la mayoría de ellos se encuentra en las ciudades.

«Estamos ante un problema urbano», dijo Alcántara, que no tiene aún un cálculo de cuánto se puede elevar el déficit calórico por la pandemia. «Esa cifra va a tender aumentar, porque también es inversa con el crecimiento económico. El riesgo de caer en una crisis alimentaria es real, como ya lo ha manifestado la FAO», advirtió.

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«Es bastante preocupante porque exige una serie de medidas multisectoriales para revertir esta situación de inseguridad alimentaria que es consecuencia de la pandemia», agregó.

POBREZA URBANA MÁS DURA

Por su parte, la exministra de Desarrollo e Inclusión Social de Perú, Paola Bustamante, que condujo la conferencia, recordó que «hay una diferencia enorme en cómo la pobreza golpea al mundo rural y al mundo urbano.

«Aunque la pobreza monetaria puede ser mayor en porcentaje en el mundo rural, tienen algo con qué alimentarse. Sin embargo, la pobreza urbana es mucho más dura», recalcó Bustamante.

Asimismo, el viceministro de Políticas Agrarias del Ministerio de Agricultura y Riego, Alberto Maurer, destacó que la pandemia «ha sacado a la luz una debilidad de la seguridad alimentaria del Perú muy severa, pues entre el 30 y 35 % de los hogares no tienen refrigerador».

«Eso obliga a salir del hogar para conseguir alimento y el hambre está incrementando el contagio de esta enfermedad», señaló.

ASISTENCIA Y BONOS

Sobre las soluciones para evitar esta crisis alimentaria, Maurer abogó por una asistencia alimentaria inmediata a través de programas estatales, especialmente para recuperar la agricultura familiar, y continuar con los bonos entregados por el Gobierno para paliar el agudo descenso de ingresos de las familias más vulnerables.

«Estamos en medio de la peor crisis de la historia del Perú. Es una crisis sanitaria que ha obligado a poner en un estado de coma inducido la economía para tratar de paliar el efecto del virus y disminuir su distribución», recordó.

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En ese aspecto, el presidente del Centro Peruano de Estudios Sociales (CEPES), Fernando Eguren, valoró los programas emprendidos por el Gobierno, pero consideró que «son limitados en cuanto a cantidad de dinero» y también fue escéptico en su eficacia, «por más voluntad que se tenga».

CAMBIOS ESTRUCTURALES

Eguren planteó cambios estructurales de las políticas públicas más allá de estas medidas inmediatas, porque a su juicio ya no vale continuar con lo mismo bajo el argumento de que ha habido diez años de éxito económico.

«Se acabó la idea de que el progreso es infinito, lineal y continuo, porque no se ha tomado en serio lo del cambio climático, cuyos impactos van a ser mucho más graves y permanentes y para los cuales no existen vacunas», concluyó.Al respecto, el director del Ethos Public Policy Lab de México, José Luis Chicoma, también fue cauto ante la capacidad del Estado de proponer una solución integral, especialmente en este periodo de emergencia y destacó la necesidad de prorrogar en Perú la moratoria contra los cultivos transgénicos.

«Me sorprende que no haya habido una respuesta coordinada. En el futuro debería haber este concepto interministerial que coordine todas las políticas. La alimentación no solo depende agricultura y salud», apuntó.

SINERGIA PRODUCTORES-CONSUMIDORES

Por último, el coordinador de proyectos de seguridad alimentaria y desarrollo rural de la FAO en Perú abogó por el acercamiento de los productores a los mercados y a fortalecer esa interconexión para que se genere una sinergia entre lo urbano y lo rural.

También propuso respaldar la multitud de ollas comunes que en las zonas y barrios más pobres de las ciudades de Perú han surgido como una iniciativa comunitaria para combatir el hambre. «Ahí son claves los hábitos alimentarios», sentenció.

 EFE

 

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