LA PAZ– Aunque el presidente boliviano, Evo Morales, es un declarado anticapitalista, el crucifijo tallado con la hoz y el martillo, que obsequió al papa Francisco, no lleva un mensaje ideológico sino la historia del sacerdote jesuita, Luis Espinal, asesinado por la dictadura militar en 1980.
La cara de sorpresa del Santo Pontífice recibiendo el cristo de Evo Morales fue interpretada como de estupefacción en las redes sociales e incluso muchos especularon que el Papa al ver la cruz le dijo “eso no está bien”, ignorando la verdadera historia es del sacrificio de un sacerdote luchador social.
El jesuita Luis Espinal, nacido en España en 1932 y seguidor de la teología de la liberación, fue secuestrado en la medianoche del 21 de marzo de 1980, cuando volvía del cine a pie y le faltaba una cuadra para llegar a su casa.
El religioso fue subido a la fuerza a una camioneta y torturado por militares del régimen conservador boliviano de Luis García Meza, quien había planeado el atentado criminal en enero de ese año.
En horas de la tarde del día siguiente los criminales arrojaron su cadáver a una autopista en La Paz.
Sus luchas sociales y el desafío a la dictadura boliviana conmocionó al papa Francisco quien el pasado miércoles detuvo su convoy para orar en el lugar donde abandonaron los restos mortales del sacerdote.
Desde el papamóvil, Francisco se dirigió a la multitud allí reunida y les pidió que recordaran a Luis Espinal, al que describió como una víctima de intereses que no querían que luchara por la libertad de Bolivia.(ECHA-Agencias)