CIUDAD DEL VATICANO.- En un encuentro con magistrados de todo el mundo sobre la trata de personas, el Papa Francisco invocó a los jueces a «no caer en la telaraña de la corrupción» tras señalar que sabe de las «presiones y amenazas«.
«Renuevo la expresión de mi estima por vuestra colaboración para contribuir al progreso humano y social», dijo el Sumo Pontófice tras remarcar su «noble servicio a la humanidad» y agradecer la tarea de la Academia Pontificia de Ciencias Sociales.
«La Iglesia está llamada a comprometerse. No cabe el adagio de la Ilustración, de que la Iglesia no deba meterse en política. La Iglesia debe meterse en la gran política«, añadió ante el aplauso de los asistentes-
«Yo sé que ustedes sufren presiones, amenazas, y sé que hoy día ser juez, ser fiscal, es arriesgar el pellejo. Y eso merece un reconocimiento a la valentía de aquellos que quieren seguir siendo libres en el ejercicio de su función jurídica», enfatizò.
Asimismo hizo hincapié en que «sin esta libertad, el poder judicial de una nación se corrompe y siembra corrupción».
Llamó a los magistrados a «realizar su labor esencial, la de restablecer la justicia sin la cual no hay orden ni paz social» e indicó que “uno de los más grandes males de hoy es la corrupción en todos los niveles, que debilita a cualquier gobierno, la democracia participativa y la actividad de los jueces”.
“A ustedes les corresponde hacer justicia, y les pido una especial atención en hacer justicia en el campo de la trata y el tráfico de personas, y frente a esto y el crimen organizado les pido que se defiendan de caer en la telaraña de corrupciones», indicó.
«No hay pena válida sin esperanza. Una pena clausurada en sí misma que no dé lugar a la esperanza es una tortura, no una pena. En esto me baso para afirmar la postura de la Iglesia contra la pena de muerte» expresó.
«Ni siquiera el homicida pierde su dignidad personal y Dios mismo se hace su garante, decía Juan Pablo II», remarcó.
No obstante, no sólo se refirió a la «inserción y rehabilitación» de los delincuentes, sino también de las víctimas. «Si esta delicada conjunción entre justicia y misericordia vale para los responsables de los crímenes de lesa humanidad, vale sobre todo para las víctimas que son más pasivas que activas en el ejercicio de su libertad», expresó.
En ese punto, les dijo a los jueces: «El trabajo no termina con la sentencia, sino después, procurando que haya un acompañamiento para la rehabilitación y la reinserción de la víctima y el victimario». Y propuso «aplicar praxis italiana de recuperar los bienes mal habidos de los traficantes y delincuentes para ofrecerlos a la sociedad y, en concreto, para la reinserción de las víctimas». (ECHA- Agencias)