ROMA.- El Secretario de Estado vaticano, Pietro Parolin, anticipó hoy que el acuerdo entre China y la Santa Sede sobre el nombramiento concordado de los obispos en el país y que caduca mañana jueves se renovará sin problemas.
«Sí, puedo anticipar que irá todo bien. El acuerdo no es que se firme. Ya se firmó hace dos años. Sólo se prolonga otros dos ad experimentum», adelantó Parolin a los medios de comunicación al margen de un acto.
Parolin explicó que se espera que «la Iglesia china encuentre gracias a este acuerdo la unidad y que pueda convertirse en un instrumento de evangelización y que la unidad de la Iglesia sea también desarrollo auténtico de la sociedad».
A la pregunta de si algunas partes del acuerdo seguirán siendo secretas, el secretario de Estado, número dos de la Santa Sede, consideró que se trata de «un secreto relativo porque muchos contenidos se conocen, pero que como aún es un acuerdo ad experimentum (provisional) pues quedarán reservados algunos contenidos».
Aunque el Vaticano no lo ha confirmado oficialmente, todo parece indicar que mañana será anunciada la firma de la renovación del acuerdo, ya que es el día en el que caduca su firma de hace dos años.
En un artículo del director editorial de la comunicación vaticana, Andrea Tornielli, se explicó hace unos días que el convenio provisional sellado el 22 de septiembre de 2018 entre la Santa Sede y la República Popular China, relativo al nombramiento de obispos, ha tenido resultados que «han sido positivos, aunque limitados», lo que sugiere «seguir adelante con la aplicación del acuerdo durante otro período»
«El acuerdo provisional se refiere exclusivamente al proceso de nombramiento de obispos, una cuestión esencial para la vida de la Iglesia y para la comunión de los pastores de la Iglesia Católica china con el obispo de Roma y los obispos del mundo», explicó el Vaticano.
Por consiguiente, añaden, «el objetivo del acuerdo provisional nunca ha sido meramente diplomático y menos aún político, sino que siempre ha sido genuinamente pastoral: su finalidad es permitir que los fieles católicos tengan obispos que estén en plena comunión con el Sucesor de Pedro y que, al mismo tiempo, sean reconocidos por las autoridades de la República Popular China».
El Vaticano ha defendido siempre que el convenio intentaba crear la unidad de los católicos chinos, ya que el control de las autoridades había provocado el fenómeno de las llamadas comunidades «clandestinas», que trataban de escapar al control de la política religiosa del gobierno. EFE