SAN SEBASTIÁN/España.- Un año después de presentar en el Festival de San Sebastián (España) sus primeras imágenes, «Patria», la serie de HBO, regresa al certamen donostiarra ya terminada. Su creador, Aitor Gabilondo, asegura que esta historia sobre el terrorismo y violencia en Euskadi no constituye «el relato único y definitivo» de aquella época convulsa.
No hace tanto que los jóvenes de la llamada «kale borroka» quemaban autobuses y que ETA mataba, aunque algunos, sobre todo los más jóvenes, puedan sentir «Patria» como un viaje a tiempos remotos en los que todo el mundo sabía que era mejor no acercarse al Boulevard donostiarra en días de manifestación.
El poder de la imagen se erige con esta serie, disponible en la plataforma el 27 de septiembre, en un complemento de la novela en la que se ha basado, esa «Patria» de Fernando Aramburu que llegó a las librerías hace justo cuatro años, en septiembre de 2016, y que ha acabado como un superventas.
La serie de HBO es fiel a la novela, pero también libre a la vez en su adaptación. «Algunos pasajes que en el libro ocupan dos páginas, en la serie se extienden 20 minutos, y al revés, porque lo que en la novela son muchos capítulos, aquí se resuelve en una imagen», señala Gabilondo a Efe.
Los ocho capítulos de «Patria» introducen algún hecho que no se produce exactamente así en el relato de Aramburu, pero no hay una desviación notoria sobre el texto del escritor donostiarra, quien ha manifestado que le «chirrían» una o dos secuencias de la serie.
Aramburu así lo dijo en la nota que hizo pública a raíz del polémico primer cartel promocional de «Patria», pero a Gabilondo no le ha dicho nada al respecto y éste desconoce cuáles son las escenas con las que no está conforme
«No he hablado con él, pero antes de esta polémica me envió un email en el que me decía que había visto los capítulos y le habían gustado. Aunque me parece totalmente normal que unas cosas le gusten y otras no, incluso si no le hubiese gustado absolutamente nada también me parecería normal», afirma.
También respeta las críticas al cartel que mostraba una imagen doble, la de un asesinado por ETA y la de un miembro de la banda después de haber sufrido torturas, pero le sorprende que la polémica haya surgido ahora «tras un año mostrando vídeos idénticos» y después de que hace un año se realizara en San Sebastián una presentación con similar planteamiento.
Los cuatro carteles horizontales colocados ahora frente al Kursaal, ante su estreno en el 68 Zinemaldia, son distintos, aunque Gabilondo asegura que no han variado a causa de esta controversia, sino que estaba planeado así como parte de la campaña publicitaria.
Se ven únicamente dos rostros, los de Bittori y Miren, las protagonistas de la serie, es decir, los de las actrices Elena Irureta y Ane Gabarain, que están realmente inmensas en sus interpretaciones, uno de los grandes sostenes de esta ficción sobre dos amigas que dejan de hablarse y se sitúan en lugares opuestos: el de la esposa de la víctima y el de la madre del verdugo.
Gabilondo espera que esta serie ayude de alguna manera a ver con imágenes lo que fueron aquellos años dramáticos.
«Contarnos el cuento unos a otros es sanador, es terapéutico para las personas que lo hemos vivido. Contarnos de ti para mí y de mí para mí es liberador y catárquico. Para la gente joven, el que sea un lenguaje asequible para ellos, puede ser una manera de introducirse en una realidad. Y a partir de ahí, los que tengan más curiosidad, podrán ahondar más», destaca.
Si esta historia de ocho horas anima a «creadores de todo tipo» a «aportar su visión desde otro lado», a «refutar» incluso la serie, también le parecerá «sanísimo» a este donostiarra que no cree en los «relatos únicos» y que ve «un interés desde fuera de entronizar, de decir que ésta es la verdadera historia de lo ocurrido».
«No estoy de acuerdo, creo que es un error decir eso, es una serie de ficción y no es el relato único ni el definitivo. Es solo una serie de televisión y ya está, todas las demás consideraciones creo que son interesadas. No me gustan los relatos únicos, me parecen peligrosos y no los comparto», subraya. EFE