Nacido hace 51 años en un pueblo del norte de los Andes peruanos, Pedro Castillo llegará este 28 de julio a Palacio de Gobierno de Perú con un discurso que desafía el statu quo político y tras haber derrotado a la candidata derechista Keiko Fujimori.
Cuando a comienzos de 2021 aceptó presentarse a los comicios, difícilmente alguien hubiera imaginado que ese devoto cristiano de estatura media y sombrero de paja, ajeno a la política tradicional limeña, llegaría a la presidencia tras vencer una contienda de 18 candidatos y superar a Fujimori en el balotaje.
Sus propuestas izquierdistas en lo económico y conservadoras en lo social, cuestionan también al establishment al reivindicar a los sectores históricamente relegados de la sociedad peruana.
CAMPO Y ESCUELA
Pedro es el tercero de los nueve hijos de Ireño Castillo y Mávila Terrones, dos campesinos analfabetos que durante años fueron jornaleros en una aldea del distrito de Tacabamba, en la región minera de Cajamarca, la segunda más pobre del Perú.
Allí, a unos mil kilómetros al norte de Lima, Castillo aprendió a cultivar la tierra, pastorear al ganado y patrullar de noche con las rondas campesinas, una suerte de milicia andina autogestionada que combate a la delincuencia rural.
De pequeño, combinaba el trabajo familiar en el campo con sus estudios, por los que siempre demostró una gran devoción.
Mientras completaba la primaria en un colegio del distrito de Anguía, el tercero más pobre del país, todos los días caminaba durante varias horas para llegar a clase con su fiambrera y su peculiar sombrero chotano.
Fue el único hermano en ir a la universidad, donde se formó para ser maestro, una labor que compartió con su esposa, Lilia Paredes, y que ejerció por más de 25 años en tres aldeas de la región, con índices de pobreza que superan el 60 %.
Conocer de primera mano la realidad de los profesores rurales lo llevó al trabajo sindical, con el que ganó notoriedad por encabezar en 2017 una gran huelga nacional de docentes que paralizó durante meses el dictado de clases en las escuelas del país.
Pero sus inicios en la política se remontan hasta 2002, cuando postuló sin éxito a la alcaldía de Anguía por el partido Perú Posible (PP), del expresidente Alejandro Toledo (2001-2006).
Luego pasó a Perú Libre, dirigido por el médico marxista Vladimir Cerrón, un exgobernador de la región de Junín que ha sido condenado a 4 años de prisión suspendida (sin cárcel) por un delito de corrupción, lo que le impidió postular a la presidencia.
Durante su campaña electoral, Castillo -quien ha sido acusado reiteradamente por el fujimorismo y sus aliados de ser un «comunista peligroso»- ha buscado despegarse de Cerrón y ha insistido en que solo él tomará las decisiones de su gobierno.
En ese afán de apaciguar el temor ante políticas que pongan en peligro a la inversión extranjera o la propiedad privada, buscó aproximarse al centro con propuestas mesuradas y un equipo técnico ajeno a su partido.
PRINCIPALES PROPUESTAS
En su plan de gobierno, Castillo defiende cambiar el modelo neoliberal por una economía popular con mercados, que fortalezca el rol fiscalizador del Estado y acepte la participación de empresas privadas bajo condiciones que beneficien al pueblo.
«No más pobres en un país rico», repitió durante todas sus actividades proselitistas.
Su discurso plantea «nacionalizar» empresas, limitar las importaciones y renegociar contratos con compañías extranjeras que explotan los recursos naturales del país, así como aumentar el gasto en educación a un 10 % del PBI e impulsar la actividad agrícola.
Entre sus principales banderas figura la convocatoria a una Asamblea Constituyente para redactar una nueva Constitución que reemplace la vigente, implementada en 1993 por el régimen de Alberto Fujimori (1990-2000).EFE