Más expresivo y asequible que el 3D, el tradicional 2D resurge en el cine de animación y despunta como la apuesta de los profesionales del gremio congregados en el encuentro europeo anual Cartoon Movie de Lyon.
La bidimensionalidad puede imprimir cercanía emocional y reforzar la estética propia de ciertas historias que resultarían «poco creíbles y distantes» en 3D, explica a Efe el cofundador de la compañía de animación belga Walking the Dog, Eric Goossens, uno de los productores de «Another Day of Life».
Inspirado en el libro homónimo de Ryszard Kapuscinski y codirigido por el español Raúl de la Fuente, el largometraje recupera el 2D para imitar el aspecto de una novela gráfica.
La cinta fue presentada en la mayor cita europea de la animación, que reúne a más de 700 profesionales entre productores, inversores, realizadores y distribuidores y cerca de 60 proyectos en distintas etapas de desarrollo que buscan financiación desde su inicio este miércoles hasta su clausura hoy.
Desde su origen en 1999, la muestra, que alcanza este año su XVIII edición, ha logrado que más de 250 proyectos encuentren fondos por valor de 1,800 millones de euros (unos 1,960 millones de dólares).
«Llegó un punto en que todas las películas de 3D parecían iguales», señala el director español Manuel Sicilia, que, como los autores de «Another Day of Life», prefiere combinar la fuerza de los personajes bidimensionales con la espectacularidad de los escenarios en 3D para su último proyecto, «Little Bastards».
Por su parte, Frédéric Puech, responsable de audiovisual de la productora francesa Ankama, también apostó por esta fórmula mixta en el filme «Mutafukaz», adaptación al cine de animación del cómic de ciencia ficción del dibujante galo «Run», pseudónimo de Guillaume Renard.
«En una carrera de coches, por ejemplo, un fondo tridimensional permite aprovechar todas las posibilidades de acción y movimiento. El espectador quizá no se de cuenta de que es 3D, pero sí percibe la perspectiva y el realismo», apunta Puech.
El 2D se aupa sobre todo en cintas de animación documentales y para adultos, categoría en que la referencia es la galardonada «Vals con Bashir» (2008), sobre la guerra del Líbano (1975-1990), del israelí Ari Folman.
Para el público infantil, la estrella sigue siendo la imagen generada por ordenador (CGI, en sus siglas en inglés) con tecnología tridimensional, por su apariencia más similar a los juguetes, lo que facilita asimismo la mercadotecnia, detalla Puech.
Método tradicional de la animación desde sus inicios, el 2D renace, además de por una cierta nostalgia de esta estética, también por razones económicas y técnicas.
«Permite abaratar costes porque no necesita ordenadores tan potentes, permite ser más imaginativo, y la imagen se genera de forma más rápida que el 3D», desgrana José Luis Farias, codirector de 3D Wire, la mayor feria de animación y videojuegos en España.
Si no es 2D, al menos se intenta que lo aparente, constata Farias, ya que a veces se emplea 3D con aspecto de «hecho a mano», o bidimensional.
Para Manuel Galiana, que colaboró en el filme de animación «Chico y Rita», dirigido por Fernando Trueba, la técnica encierra «un enorme potencial» que puede ser explotado gracias a las avanzadas herramientas y programas actuales.
Asegura que el 2D está regresando pero lentamente, por las reticencias del mercado -productores, distribuidores y salas- a probar algo «nuevo», y a la vez tan antiguo.
EFE/ Flavia de Farraces