La ‘segunda revolución’ de los discos de vinilo fue una cosa que no se previó; hay una fábrica de este tipo de discos en un pueblo checo de mil 800 habitantes que es el líder mundial en la producción de vinilos, y hoy día hace más de 18 millones de ellos.
Sin embargo, fue lo suficientemente listo como para conservar una fábrica de discos de vinilo en Lodenice, una reliquia de la época comunista, durante todos esos años en los que los álbumes le dieron paso a los CD, luego a iTunes, a las transmisiones en directo y a estar listo cuando, de pronto, el vinilo volviera a estar de moda.
Y esa es la razón por la cual este pueblo de mil 800 habitantes, ubicado en un exuberante repliegue de las montañas bohemias, increíblemente, se ha convertido en líder mundial de la producción de álbumes de vinilo.
Era un hombre de negocios, no un clarividente. Zdenek Pelc realmente no previó, hace una generación, que los discos de vinilo retornarían algún día después de casi haberse extinguido.
“Cuando llegué a la compañía hace 33 años, me di cuenta de que, algún día, se terminaría el vinilo”, dijo Pelc, de 64 años, quien hoy es dueño de GZ Media y su presidente. “Pero quería que nuestra compañía fuera la última en dejar de hacerlos”.
La trayectoria de la empresa –y el pueblo al que dominó alguna vez– rastrea la transición de la República Checa de un malhumorado rocín comunista a un estrafalario potro capitalista, todo al compás del tipo de rock de banda sonora que acompaña a muchas historias checas modernas.
En lugar de deshacerse del viejo equipo y cambiar a máquinas para hacer CD en su lugar -como lo hicieron la mayoría de las compañías de producción de música por todo el mundo a finales de los 1980 y principios de los 1990-, Pelc mantuvo en funcionamiento sólo las máquinas suficientes para satisfacer la demanda cada vez menor, y colocó las demás en una bodega para usar las partes conforme se necesitaran.
“Francamente, si alguien me hubiese dicho en ese entonces que regresaría el vinilo, no lo habría creído”, comentó.
En 1994, un año después de que se fundara la República Checa debido a la división de Checoslovaquia, la compañía sacó 300 mil álbumes para una camarilla decreciente de entusiastas en todo el mundo. En el 2014, motivada por una explosión mundial del interés en el vinilo, la compañía produjo 14.5 millones, observó Pelc.
Este año, la empresa espera producir alrededor de 20 millones de álbumes, y lo más probable es que derrote a sus rivales mundiales, como United Record Pressing en Nashville, Tennessee, y Optimal Media en Robel, Alemania.
“El vinilo se levantó de entre las cenizas”, dijo alegremente Pelc.
“En los archivos históricos, se menciona al pueblo desde tan atrás como el siglo XI”, dijo Vaclav Bauer, de 53 años, alcalde de Lodenice. “Originalmente, era un pueblo de leñadores y carpinteros”.
El edificio en el centro del complejo GZ Media hoy tiene más de 100 años de antigüedad y, en un principio, albergaba a una compañía de tejidos. Después, como un gesto a la tradición carpintera del pueblo, los trabajadores producían las cajas de los gramófonos.
En 1951, las autoridades comunistas decidieron cambiar también la producción de discos de vinilo del país a la planta.
“En esos días, éste era un pueblo de la compañía”, comentó Jaroslava Bezrova, de 67 años, la secretaria del registro civil del pueblo desde 1976. “Empleaba a todo el mundo”.
Los álbumes eran populares en todo el mundo, pero tienen una resonancia especial en la región, donde se convirtieron en tótems clandestinos de la Revolución de Terciopelo, empapada en rock and roll, que derrocó al comunismo en Checoslovaquia, en 1989.
Bajo el comunismo, la compañía produjo muchos discos para vender en otros países, incluidos clásicos del rock prohibidos en Checoslovaquia. Las copias que se sacaban de contrabando de la planta o que se vendían en el mercado negro eran extremadamente valiosas.
Todo lo que la planta de Lodenice sacaba para el consumo local era discos oficiales para acompañar bodas, funerales y diversas celebraciones patrióticas, así como cuentos de hadas grabados y éxitos de cantantes que aprobaba el Estado.
“Comprabas el disco en el mercado negro, lo traías a tu casa e invitabas a todos tus amigos”, contó Bauer. “Era todo un acontecimiento”.
Para cuando Pelc se integró a la compañía a principios de los 1980, el vinilo ya había estado perdiendo terreno frente a los casetes. Sin embargo, la llegada de los CD pareció sellar su destino.
Para principios de los 1990, el álbum de vinilo estaba ya casi extinto.
Al mismo tiempo, no obstante, algo más estaba sucediendo en Lodenice.