MIAMI (EEUU).- Una proporción más elevada de hormonas sexuales masculinas que femeninas en las mujeres después de la menopausia incrementa el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, según un estudio publicado hoy por la Universidad Johns Hopkins (Maryland).
Este es el nuevo hallazgo de un estudio realizado a más de 2,800 mujeres que sostiene que, a causa del descenso drástico de hormonas femeninas que se produce tras la menopausia, el riesgo de sufrir infartos o accidentes cerebrovasculares aumenta, ya que la proporción de hormonas masculinas se iguala o es mayor.
Visto que esta desproporción entre la principal hormona sexual masculina -la testosterona- y la principal femenina -el estrógeno- puede afectar el riesgo de padecer una enfermedad cardiovascular, los investigadores aconsejan en un futuro próximo agregar pruebas hormonales a los análisis que se realizan para detectar factores de riesgo.
«Es demasiado pronto recomendar a todos los doctores que midan los niveles de hormonas, pero es algo que debería considerarse en el futuro como lo es revisar el colesterol o la presión arterial, para ver luego cómo podemos reducir este riesgo», afirma a Efe Erin Michos, profesora de medicina en la Universidad Johns Hopkins.
Después de seguir a lo largo de 12 años a 2,834 mujeres de una media de 65 años, los grupos de científicos identificaron 283 casos de enfermedades cardiovasculares, unos datos publicados en la Revista del Colegio Estadounidense de Cardiología.
De este modo, entre las mujeres posmenopáusicas del estudio que al principio no padecían de enfermedades cardiovasculares, casi el 5% presentó una nueva enfermedad cardiovascular en menos de 5 años.
Hasta ahora, recetar hormonas femeninas después de la menopausia para reemplazar las naturales no ha sido una buena terapia e incluso se ha demostrado que puede aumentar coágulos sanguíneos y cardiopatías.
No obstante, a juicio de la autora del estudio, estas investigaciones todavía tienen mucho recorrido, por lo que, aunque los investigadores todavía no tengan una solución para neutralizar el descenso drástico de estrógenos después de la menopausia, es «esencial» entender mejor el perfil genético para lograr un tratamiento.
«Estamos un paso más cerca», celebra Michos, cuyas indagaciones demuestran que el estrógeno relaja los vasos sanguíneos y reduce las concentraciones del colesterol malo.
Por contrario, la testosterona en mujeres puede elevar la presión arterial y contribuir a la resistencia insulínica, ambos efectos dañinos, por lo que una mayor proporción de estas hormonas masculinas en el cuerpo ha resultado ser perjudicial.
«Esto demuestra que es un riesgo para las mujeres al que debemos prestar atención, y necesitamos más estudios para averiguar cómo tratar a estas mujeres para reducir el riesgo», aseguró Michos.
Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, las enfermedades cardiovasculares continúan siendo la causa principal de muerte entre las mujeres.
Esas enfermedades son responsable de una de cada cuatro muertes, por delante del cáncer, que es la segunda causa.
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