LIMA.- Perú exige un trabajo conjunto en la región y reconocer el carácter criminal del tráfico ilícito de fauna y flora silvestre para combatir este flagelo, que afecta a miles de especies de Latinoamérica, como parte de las propuestas que llevará a la Declaración de Lima que se firmará esta semana sobre el tema.
«En Perú, el tema del tráfico ilícito de la fauna está desafortunadamente en crecimiento. Los indicadores que tenemos nos muestran que no estamos siendo, como Estado, lo suficientemente fuertes para detener y eventualmente revertir esta tendencia», declaró a Efe el Director Ejecutivo del Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor), Alberto González-Zúñiga.
Este jueves y viernes, Lima será sede, por primera vez, de la Conferencia de Alto Nivel de las Américas sobre el Comercio Ilegal de Vida Silvestre, que permitirá a los Estados participantes plantear sus propuestas para frenar este delito.
González-Zúñiga subrayó, al respecto, que «el mensaje de esta conferencia de alto nivel no es decir: esto no se toca, es inaccesible, (sino), en el caso de la flora es cómo establecer el mecanismo para que haya el aprovechamiento sostenible con toda la información científica que corresponda».
Entre 2000 y 2017, más de 79.000 animales vivos fueron confiscados en Perú, y de ellos 17.849 pertenecieron a once especies consideradas en peligro crítico por el Estado peruano.
Además, en lo que va de este año, más de 2.000 especies, entre vivas y muertas, fueron decomisadas en Perú después de haberse intentado su comercialización ilegal.
La mayor probabilidad del tráfico ilícito de fauna silvestre se produce en las zonas de frontera, donde el Serfor, como entidad dependiente del Ministerio de Agricultura, está trabajando en alianzas con organizaciones civiles, municipios y gobiernos regionales para combatirlo, agregó González-Zúñiga.
Entre las especies de flora amenazadas de extinción en Perú están las orquídeas, cuya explotación será evaluada en la Conferencia, ya que en el país hay viveros que hacen una reproducción en un medio controlado para evitar su extracción de la naturaleza.
«Hay empresas, al menos cuatro, establecidas en nuestro país que trabajan, a través del manejo de la semilla y del material genético, para lograr una orquídea con determinadas características, a veces con material genético importado, pero sin afectar el origen de un bosque natural», detalló el director de Serfor.
González-Zúñiga adelantó que entre los cuatro grandes objetivos que el gobierno peruano aspira que figuren en la Declaración de Lima están trabajar colectivamente con todos los países que enfrentan esta situación, y reconocer que el tráfico ilegal de especies silvestres impacta también en las poblaciones indígenas que habitan los bosques amazónicos.
Asimismo, «dar el rango adecuado» al comercio ilícito como un acto «de carácter criminal», y que se reconozca que «si hay tráfico es porque hay mercado, si hay mercado es porque hay demanda».
Entre la fauna amenazada en la región figura el jaguar, el tercer felino más grande en el mundo, que tiene una población de 12.000 individuos en Brasil y aproximadamente 6.000 en Perú, según explicó a Efe la directora de la Dirección de Gestión Sostenible del Patrimonio de Fauna Silvestre, Jessica Gálvez-Durand.
Tras haber sido rescatado del tráfico ilegal de su piel en los años 70, nuevamente «el comercio ilícito pone precio a la cabeza de esta especie», alertó la experta.
«Se está comerciando colmillos de jaguar, de manera ilegal hacia los países asiáticos, porque viene prácticamente en reemplazo del comercio ilegal de colmillos de tigre que, como sabemos, está en una situación muy amenazada», detalló Gálvez-Durand.
La experta dijo que cada colmillo de jaguar se vende por 200 dólares y que los compradores asiáticos los usan «porque hay una creencia de que da una potencia viril a los varones».
Perú también ha tenido experiencias exitosas de conservación de fauna silvestre, como la recuperación de la pava aliblanca, con la intervención de un centro de rescate para su reproducción en cautiverio; la del suri, que es un ave endémica de Sudamérica; y de la vicuña, que pasó de 5.000 a 200.000 individuos entre 1970 y 2018 tras encargar su cuidado a comunidades campesinas.
EFE/Foto: magnet.xataka.com