La sociedad peruana está celebrando con los residentes chinos y sus descendientes (llamados «tusán») el Festival de la Primavera, la fiesta más tradicional del calendario lunar chino y que marca el inicio, este 8 de febrero, del año del Mono.
En un país donde se estima que entre un 10 y un 15 por ciento de sus 30 millones de habitantes son de ascendencia china, los festejos con motivo de esta celebración, que sirve para marcar el inicio del nuevo año según el calendario lunar, son tan populares como concurridos.
LEONES Y LECHUGAS EN EL BARRIO CHINO
En el Barrio Chino de Lima, por ejemplo, grupos que escenifican la danza del león acompañados por gongs, tambores, platillos y fuegos artificiales, van de establecimiento en establecimiento para «alimentarse» de las lechugas (símbolo de prosperidad y en cuyo interior hay sobre rojo con dinero) que cuelgan de sus puertas.
Los danzantes, con malabares y contorsiones, van «espantando a los malos espíritus» y la muchedumbre los sigue, tratando de acariciar las máscaras felinas para recibir la bendición de los dioses.
En la peatonal calle Capón, la más representativa de la comunidad china con sus chifas (restaurantes) y sus grandes losetas que representan a los doce animales del zodiaco chino, varios astrólogos leen el oráculo y venden objetos bendecidos para dar bienestar y salud a los hogares.
También hubo celebraciones, con música y danza del folclore chino, acertijos con premios y ravioles rellenos, en los Institutos Confucio (IC) de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) y de la Universidad Ricardo Palma (URP), ambas con sede en Lima.
Los festejos, además, fueron replicados en otras provincias peruanas con importantes comunidades chinas.
REENCUENTRO FAMILIAR
«El Festival de la Primavera tiene como característica principal el encuentro de la familia, que sea por razones de trabajo o de estudio ha estado distante durante el año que finaliza. Ese día todos vuelven al hogar paterno y colaboran con la limpieza y la adquisición de los comestibles para preparar y compartir juntos la cena de la medianoche, presidida por un gran pescado».
Así lo cuenta Víctor Tay Loo, hijo de chinos nacido en Perú y en cuyo hogar mantiene los usos y costumbres de sus progenitores.
«Rendimos tributo a los ancestros y repartimos sobres rojos (con dinero) a los hijos y nietos. También interactuamos familiarmente, conversando y compartiendo experiencias vividas, recordando anécdotas y planeando el mañana», agrega.
En su casa, en un distrito de la Gran Lima, se pueden ver pinturas tradicionales y contemporáneas y otros objetos de arte chino. «He vivido varios años de mi juventud en China y desde esa época he sentido pasión por el arte chino. Aunque parezca curioso, muchas de esas piezas las he adquirido acá en el Perú«.
En un recorrido por su vivienda, nos muestra una pieza de marfil, donde un simio aparece montado sobre un equino. Al preguntarle por su significado, explica: «Según la tradición china, el mono montado sobre el caballo indica que las cosas buenas vendrán rápido».
Resaltan también los muebles de comedor y sala chinos, obras al óleo y acuarelas de autores chinos antiguos y modernos, y esculturas en marfil y porcelana. Algunas de estas obras tienen más de 200 años.
CHINA Y PERU, HISTORIA DE UNA LARGA AMISTAD
A través de la historia, China y Perú han tenido un intercambio humano y cultural muy activo.
A principios del siglo XVII, chinos, japoneses y filipinos llegaron en galeones españoles y estuvieron a cargo de la construcción del Puente de Piedra, que originalmente contaba con cinco arcos (actualmente tiene tres), a espaldas de Palacio de Gobierno y sobre el río Rímac, que va de los Andes al Pacífico en un recorrido de más de 150 kilómetros.
Desde 1849, la comunidad china en Perú se hizo más presente, con el arribo de 150.000 chinos hasta 1874 en calidad de trabajadores (culíes) bajo contrato de ocho años.
En el aspecto cultural y académico, la comunidad de origen chino ha dado grandes nombres.
Entre ellos, Pedro Zulen Aymar, Emilio Choy Ma y Víctor Li-Carrillo Chía, como estandartes nacionales respectivos del indigenismo, la historia y la filosofía; intérpretes musicales como Blanca Wong, Eva Ayllón y Pedro Mina, o compositores y poetas como Manuel Li y Enrique Li.
El intercambio cultural entre China y Perú quedó plasmado en la exhibición itinerante Cinco Mil Años de la Historia China que se realizó en Lima en la década de 1990, y de la similar sobre Perú que acogió Beijing ya en este siglo.
A partir de marzo de este año, ese intercambio se reproducirá con la participación de ambos países en el Encuentro Cultural China-América Latina y El Caribe.