CIUDAD DE PANAMÁ.- Latinoamérica y el Caribe conmemoran hoy el Día Internacional de la No Violencia contra la Mujer con la penosa distinción de ser la región con las tasas más altas del mundo de este flagelo, que sigue escalando en medio de políticas públicas débiles, falta de presupuesto y por conductas culturales arraigadas.
América Latina y el Caribe es «la región más peligrosa del mundo para la mujer», afirmó el director del Centro Regional para América Latina y el Caribe del PNUD, Richard Barathe, en el marco de la presentación esta semana en Panamá de un informe sobre el tema elaborado por ese programa de Naciones Unidas y ONU Mujeres.
A la cabeza de esa macabra estadística está Honduras, que tiene una tasa de homicidio de mujeres que está por encima de 10 por cada 100.000 habitantes, «la más alta del mundo», precisó por su parte la directora regional Adjunta de ONU Mujeres para las Américas y el Caribe, Lara Blanco.
Naciones Unidas reconoce en el documento que en la región se han dado «avances significativos» en los marcos normativos que reconocen la violencia contra la mujer como un fenómeno social que afecta el desarrollo sostenible y la protección de los derechos humanos, pero también hace énfasis en la persistencia e incidencia del fenómeno.
Así, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y ONU Mujeres indicaron que el número de países con políticas nacionales de protección para las féminas ha aumentado de 24 en 2013 a 31 en 2016, pero al mismo tiempo el número de feminicidios ha seguido «en aumento, y 2 de cada 5 son resultado de la violencia doméstica».
El informe «Del compromiso a la acción: políticas para erradicar la violencia contra las mujeres en América Latina y el Caribe», cita datos actualizados a diciembre del 2014 que cifraron en 1.906 los casos de feminicidio registrados en la región.
Otras cifras, de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) correspondientes a 2012, incluidas en el documento, indicaron que 2 de cada 3 mujeres son asesinadas en Centroamérica por el hecho de ser mujeres, y que en 1 de cada de 2 casos el asesino es su pareja o expareja.
La cifra global sobre casos de violencia contra la mujer «a la que nos enfrentamos en la región podría ser mucho mayor», alertó Blanco, al señalar que los datos pueden no reflejar la situación real en países como Brasil o México, que registran un elevado número feminicidios.
Y precisamente la falta de estadísticas confiables es uno de los «nudos críticos» que el PNUD y ONU Mujeres identifican como escollos en la lucha contra la violencia de género.
La falta de sistemas de información y medición robustos impiden entender la dimensión del problema y diseñar políticas y respuestas basadas en evidencias, alertaron.
Otros obstáculos identificados por los organismos de las Naciones Unidas para avanzar en el combate a la violencia contra la mujer son la insuficiencia de recursos presupuestarios para la implementación de las políticas y/o planes nacionales, y la debilidad en la continuidad de las mismas.
También el hecho de que la respuesta institucional al fenómeno es «fragmentada y con poca coherencia», a lo que se suma que persisten los patrones culturales patriarcales que naturalizan la violencia contra las mujeres y que afectan tanto a la sociedad como a las instituciones mismas encargadas de implementar planes y políticas contra ese flagelo.
Ante ese panorama, la ONU recomienda concretar pactos sociales entre gobierno, sector privado y sociedad para generar el compromiso de todos los actores relevantes para erradicar la violencia contra la mujer.
También el diseño y aplicación de políticas con enfoque multidimensional, que aborden los distintos factores que contribuyan a eliminar la violencia contra las mujeres.
La ONU pide además «llevar el compromiso a la realidad» con la asignación de recursos suficientes para la implementación de los planes, fortalecer las acciones de reparación para las víctimas, y trabajar con los hombres para transformar las «masculinidades violentas«.
EFE/Foto: eldiario.es