BOGOTÁ.- La historia de LAMIA, la pequeña línea aérea en la que se estrelló el plantel de Chapecoense que viajaba hacia Medellín para la final de la Copa Sudamericana, está plagada de fracasos y maniobras extrañas en su corta vida como empresa de aeronavegación.
De acuerdo a versiones periodísticas colombianas, la empresa se fundó en 2009 en Mérida, Venezuela, a la que debe su nombre: Línea Aérea Merideña Internacional de Aviación (LAMIA).
El objetivo proclamado por su dueño, Ricardo Alberto Albacete Vidal, era ayudar al desarrollo de esa región venezolana con vuelos hacia Caracas, Maracaibo, Barquisimeto, Las Piedras, Valencia, Margarita, Los Roques y Canaimá. Para ello, contaría con 12 aviones.
Albacete anunció que habría un «carnet de Afiliación» (los clientes de LAMIA no serían considerados «clientes», sino «asociados»); se ofrecería una tarifa plana para todos sus boletos y la devolución del 100% del monto del pasaje si un «asociado» no podía viajar.
Pero la línea aérea nunca llegó a despegar y Albacete decidió mudar su proyecto y se lo ofreció al gobernador del estado insular de Nueva Esparta, Carlos Mata Figueroa, cuya joya turística es la isla de Margarita. La empresa, que todavía no había realizado ni un solo vuelo comercial, se transformó en Línea Aérea Margarita Internacional Aviación. La sigla LAMIA seguía calzando, así que no necesitó modificar su nombre.
El 3 de noviembre de 2013, el gobernador Mata Figueroa recibió con pompa en el aeropuerto de Margarita al único avión de LAMIA, un jet British Aerospace BAE-RJ85.
Pero en medio de la aguda crisis venezolana, que también sacudió al turismo y el mercado aerocomercial, tampoco allí LAMIA pudo cumplir con sus promesas.
Albacete fue señalado como uno de los principales testaferros del empresario chino Sam Pa, quien fue detenido en octubre de 2015 por las autoridades de Beijing por delitos monetarios y traición al Partido Comunista Chino. (ECHA- Agencias)