DRESDE (Alemania).- La lluvia y las ruidosas protestas de la derecha radical empañaron hoy en Dresde la celebración del Día de la Unidad Alemana, un acto solemne en el que participaban las principales instituciones del país.
Mientras las autoridades homenajeaban dentro de la Semperoper, la ópera de la capital sajona, los valores democráticos de la República federal y los retos de la reunificación, varios miles de personas protestaron a lo largo del día en el exterior con silbatos, pancartas y gritos como «¡Traidores del pueblo!», «¡Nosotros somos el pueblo!», «¡Marchaos!» y «¡Merkel debe irse!».
La jornada en Dresde se caracterizó por la separación abismal entre quienes celebraban el vigésimo sexto aniversario de la Alemania actual y quienes, sobre todo desde la ultraderecha, pero también desde la izquierda radical, planteaban una enmienda a la totalidad.
Consciente de la situación, la canciller, Angela Merkel -recibida entre abucheos a su llegada a Dresde-, reconoció que el país se enfrenta a «nuevos problemas», en una referencia velada a la crisis de los refugiados y la llegada de más de un millón de personas a Alemania desde el 2015.
Merkel, que habló de un día de alegría y agradecimiento, abogó por afrontar estos retos «juntos, con respeto mutuo y con la aceptación de opiniones políticas muy diferentes», con el objetivo de encontrar «buenas soluciones» para todos.
Norbert Lammert, el presidente del Bundestag (Cámara baja) y principal orador del acto oficial, consideró que Alemania vive en «condiciones» que son la «envidia» de muchos y que los «retos» actuales se pueden resolver con voluntad.
«Aquellos que silban y gritan y llevan su furia a la calle sin riesgo alguno han olvidado la situación en que estaban los manifestantes que impulsaron la reunificación», dijo recordando las condiciones bajo el régimen comunista.
Norbert fue especialmente abucheado en el exterior, donde se retransmitía su discurso mediante pantallas gigantes, cuando habló de «libertad religiosa» y «sociedad abierta».
La protesta más masiva de la derecha radical fue la organizada a media jornada por el movimiento xenófobo Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente (Pegida), nacido en Dresde, que reunió a varios miles de personas (entre 4,000 y 5,000, según el equipo sociológico «Durchgezählt»).
Su marcha por el centro de la ciudad -cargados de banderas alemanas, pancartas y repitiendo a gritos sus lemas- generó momentos de gran tensión tanto con ciudadanos de a pie indignados con su ideario como con varios grupos de izquierdas, de entre media docena y varias decenas de integrantes.
Estos últimos tachaban de «nazis» y «fascistas» a los manifestantes de Pegida, instaban a mantener las puertas del país abiertas a los refugiados y criticaban a Alemania desde su postura.
La policía, con más de 2,600 agentes desplegados en la ciudad, tuvo que emplearse casi exclusivamente en separar a los dos grupos, cuyos miembros elevaban el tono de sus proclamas para acallar las de los contrarios y se insultaban mutuamente.
Según medios locales, las fuerzas de seguridad practicaron tan sólo algunas detenciones en un acto convocado por el colectivo de derechas «Fortaleza Europa» en el que participaron algo más de un centenar de personas.
El Día de la Unidad, además de evidenciar la distancia entre la clase política y una parte de la sociedad, fue el culmen de una semana de tensión, protestas y fractura social en la capital sajona.
El pasado miércoles, dos artefactos explotaron frente a una mezquita y el centro de congresos de la ciudad, ataques que la policía relacionó con el auge de la xenofobia en la región.
Merkel, en un claro gesto político, aprovechó hoy su visita a la capital sajona y se reunió brevemente con la familia del imán de la mezquita atacada.
Además, tres coches de policía fueron incendiados ayer en Dresde.
En su cuenta en Twitter, el gobierno de Sajonia se mostró «triste y avergonzado por la falta de respeto y el odio» mostrado por ciertos grupos en un día de celebración.
EFE/Foto: 10toptelevision.com